No fue la mejor decisión el comenzar las campañas para la gubernatura del Estado de México justo en la antesala de la Semana Santa, por lo que realmente la gente comenzará a conectarse con el proceso electoral apenas en esta otra semana que corre. Sin embargo, es de notar que ni los medios de comunicación masivos ni los ideólogos aliancistas han abordado con mucho interés lo que ocurre en esta importante contienda.
Considero que esta ausencia mediática ocurre porque a la comentocracia que favorece la alianza entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y los que se junten, le costará mucho trabajo cohesionar un relato en favor de esta coalición, que en el caso del Estado de México ve figurar en ella al partido gobernante.
Los intelectuales de la alianza han basado la narrativa de su pertinencia en el repudio al presidente Andrés Manuel López Obrador y su gobierno. A nivel nacional, tal relato ha sido más o menos exitoso en aglutinar a la oposición política, pero ¿cómo enmarcar el repudio ante el estado de las cosas en una entidad donde el gobierno nunca ha estado fuera de las manos del PRI?
Es probable que la alianza busque configurar una especie de referendo hacia AMLO, la peor estrategia posible. Los números de la mayoría de las encuestas muestran una robusta aprobación del presidente en el Estado de México, con cifras muy superiores a los de respaldo al gobernador Alfredo del Mazo. Además, la estrategia de referendo ha mostrado ser contraproducente para la alianza en la mayoría de las elecciones locales anteriores.
Otro problema al que se enfrenta la intelecutalidad aliancista es el proveer sustancia a una campaña contradictoria en sus adentros. Se trata de darle sentido a la continuidad en el gobierno del PRI, que fue acusado por los propios PAN y el PRD de cometer fraude apenas en la elección de 2017.
Además, tratan de promover la continuidad de una manera de gobernar que no ha traído mejoras para la vida diaria de los mexiquenses. Será complicado convencer de que en el estado persisten el mal transporte público, los malos servicios públicos y la mala policía, pero que la solución para todo eso es seguir por el mismo camino.
Decir que la bondad de la alianza es el proyecto del primer gobierno de coalición estatal resulta una manera de maquillar el no poder decir nada porque casi cualquier posición política y de gobierno iría en contra de una o dos de las fuerzas integrantes. De nada sirve que la candidata Alejandra del Moral se diga de izquierda si no puede brindar una oferta de derechos para las mujeres, por ejemplo.
Insisto, será difícil para los ideólogos de la alianza el justificar una coalición con un lastre como el PRI. Cada vez es más evidente el costo político que paga el PAN al asociarse con un partido que es repudiado por la gran mayoría de votantes y por el que gran parte del electorado declara que no votaría. Y sin embargo la comentocracia aliancista se aferra a justificar la coalición como una forma de mantener vivos políticamente a liderazgos que dejaron de representar a la gente hace mucho tiempo.
Estaremos atentos a que las candidatas revelen con mayor detalle sus planes para los mexiquenses. Hace unos días, Héctor Aguilar Camín escribió en Twitter una especie de decálogo de cómo debería ser una oferta política alternativa. Veremos si sus prescripciones se adoptan en el Estado de México o si también aquí se impondrá la máxima de “lo que sea que no huela a López”.