Volver a Marx

Columnas Plebeyas

Si la construcción del futuro y el resultado final de todos los tiempos no es asunto nuestro, es todavía más claro lo que debemos lograr en el presente: me refiero a la crítica despiadada de todo lo que existe, despiadada en el sentido de que la crítica no retrocede ante sus propios resultados ni teme entrar en conflicto con los poderes establecidos.

Karl Marx, carta de 1843 a Arnold Ruge Kreuznach

¿Por qué estudiar la obra de Marx en el siglo XXI? ¿En qué medida nos sirve su legado para descifrar el presente y buscar su transformación?

Después de la caída del muro de Berlín y el derrumbe de lo que se conoce como el “socialismo real”, se estableció un clima de antimarxismo que permaneció durante las últimas dos décadas del siglo XX. Sin embargo, la crisis civilizatoria a la que nos enfrentamos en el sistema-mundo actual, la expansión del capitalismo, las constantes contradicciones, la profundización de las desigualdades y las violencias sistemáticas, revelan la vigencia y necesidad del marxismo. En toda la obra del filósofo encontramos un hilo conductor que nos lleva al núcleo central de su pensamiento: la transformación radical de la sociedad.

Ante los empeños de las clases dominantes que insisten en demostrar que la obra de Marx no tiene vigencia alguna para interpretar los fenómenos sociales actuales, nos enfocamos en dos ideas centrales para entender su vigencia, no sólo como crítica a la sociedad capitalista y a todas las formas de dominación, sino como proyecto de emancipación de las clases históricamente oprimidas.  

La primera de ellas es la comprensión de la crisis ecológica y la relación que tenemos con la naturaleza. El autor pensaba que durante el proceso de acumulación capitalista se destruían sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos. La lógica expansiva y destructiva del capitalismo, sobre todo en las últimas décadas, ha dado como resultado irremediable la catástrofe medioambiental, que pone en peligro todas las formas de vida y establece condiciones de supervivencia humana que representan una amenaza sin precedentes. Evitar esta catástrofe pasa por construir nuevas relaciones sociales de producción y una nueva relación entre la sociedad y la naturaleza.

La segunda idea que muestra la validez y vigencia de la obra de Marx es la filosofía de la praxis. En la actualidad, la mayoría de “intelectuales” y gran parte de las ciencias sociales se han reducido a instrumentos de interpretación de la realidad, por lo que valdría la pena recordar Las tesis sobre Feuerbach: “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. En este filósofo hay una constante actividad teórica que parte de análisis políticos y económicos concretos, donde teoría y praxis son una misma fuerza. Esto nos recuerda que la actividad interpretativa, si bien transforma nuestra concepción del mundo, no modifica la realidad.

Así, estos ejemplos nos convidan a volver a Marx y nos invitan a la lucha por la transformación radical de la sociedad, recordando lo que decía Jacques Derrida: “No hay porvenir sin Marx. Sin la memoria y sin la herencia de Marx”.

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