Los otros datos de la oposición

Columnas Plebeyas

Durante las semanas recientes hemos sido testigos de varios episodios en los que la oposición política se ha montado en los dichos de sus opinadores de confianza para impulsar un discurso negacionista respecto a algunos buenos resultados en materia económica y de seguridad. Cálculos a modo, cuestionamiento de las fuentes de información y hasta el descrédito a los organismos que la recolectan constituyen la estrategia de cierta parte de la oposición dispuesta a convencerse con sus otros datos.

Primero, en materia de seguridad, los datos más recientes presentados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) dan cuenta de una reducción de 9.74 por ciento en el número de asesinatos ocurridos en el país en 2022. Las cifras de homicidios confirmaron las tendencias que se observaban ya en los registros del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Sin embargo, hace algunas semanas se cuestionó la forma en que esta última información era construida, levantando una sospecha infundada sobre si algunos homicidios estaban siendo mal clasificados. Los datos del Inegi, construidos a partir de los certificados de defunción, acabaron por echar abajo las sospechas y confirmaron la tendencia decreciente, incluyendo una importante disminución en la cifra de homicidios en la Ciudad de México, para colocarse en el nivel más bajo desde que se cuenta con registros.

Segundo, apenas la semana pasada también el Inegi reportó que la inversión bruta fija creció 17.4 por ciento en el país entre mayo del 2022 y el del 2023. Se confirmó también recientemente, mediante el informe anual de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) sobre inversión extranjera directa, un incremento en 16 por ciento en ese ámbito durante el 2022. Estos datos se suman a los del crecimiento económico, estimado en 3.7 por ciento interanual, lo que ha generado que organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) hayan ajustado a la alza —hasta 2.6 por ciento— los pronósticos de crecimiento de este año.

Estos hechos no pasaron desapercibidos a algunos analistas que buscaron desdeñar los resultados positivos, al compararlos con los niveles de las variables en cuestión antes de la pandemia. Otros insinuaron que son factores externos los que explican este desempeño, o que es el eventual final del sexenio lo que motiva la inversión. Pero si uno revisa, por ejemplo, los reportes para inversionistas de instituciones financieras, dirigidas en muchas ocasiones a inversionistas extranjeros, a quienes poco o nada interesan las grillas locales, queda claro que la evaluación es en general positiva para los prospectos de inversión en nuestro país debido a factores como el manejo correcto de las finanzas públicas y la autonomía del Banco de México.

Finalmente, y también a partir de información del Inegi, a través de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, se conoció recientemente que el ingreso de los hogares mexicanos ya se encuentra recuperado de la caída ocurrida a causa de la pandemia. Pero no sólo eso, los datos de esta encuesta muestran que los que más han crecido son los hogares con ingresos más bajos, lo cual se traduce en una mejora en los indicadores de desigualdad económica usados por los economistas.

Además, es posible hacer una aproximación sobre las cifras de pobreza que de manera oficial anunciará el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en días próximos. Se espera, así, una reducción de alrededor de 5.7 puntos porcentuales en la población en pobreza en México con respecto a 2018, con una drástica reducción en la pobreza rural, de cerca de 8 puntos porcentuales. Estas serían las reducciones en pobreza más importantes de las últimas décadas.

De nuevo, cierta parte de la crítica se concentró en la prevalencia de los programas públicos entre los distintos tipos de hogares, olvidando la película completa: que la política social no son sólo los programas públicos, sino que una combinación de factores asociados al mercado de trabajo, el crecimiento económico y la progresividad de los programas explica estas mejoras en el ingreso.

Si bien es cierto que hay buenas noticias, también lo es que el camino sigue lleno de desafíos. Es cierto que la caída en la tasa de homicidios ocurre en un nivel aún muy alto, de poco más de 32 mil homicidios anuales, que la pandemia no puede ser siempre el pretexto para todo, que la inversión pública aún no tiene el dinamismo ideal o que es posible mejorar la forma en que los programas llegan a más personas en necesidad.

Es decir, que no se pueden echar campanas al vuelo. Pero saber dónde estamos parados, sin aspavientos, es la mejor manera para contrarrestar el discurso de quienes se entretienen con sus otros datos.

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