Latinoamérica a la izquierda de nuevo

Columnas Plebeyas

El triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones en Brasil del 30 de octubre próximo parece ser un hecho, o al menos así lo reporta la mayoría de las encuestas y prospectivas electorales.

Si se consuma esto, Brasil habrá de sumarse de nueva cuenta al grupo actual de países con gobiernos de orientación política de izquierda o progresiva, como Colombia, Chile, Perú y Argentina, sólo mencionando algunos.

Esto no es poca cosa, pues Brasil, junto con México, representa el motor económico y político internacional de Latinoamérica, y ello supone una nueva oportunidad para establecer metas de desarrollo económico, político y social en la región ante la sincronía política de los proyectos de gobierno respectivos de cada nación, y ante el complejo panorama mundial que parece no simplificarse hacia finales de este año ni principios del siguiente.

Por mencionar algunas metas, es necesario que los gobiernos progresistas latinoamericanos adopten una postura conjunta e independiente de los dictados emanados de Washington y de sus aliados europeos, los cuales actualmente parecen estar encaminados a desestabilizar y derrumbar el orden económico internacional, estructurado jerárquicamente entre productores/exportadores y consumidores/manufactureros, un modelo emanado del final de la Guerra Fría.

Esta postura latinoamericana, aparte de marcar distancia de ese polo, también debe estar orientada a establecer vínculos con nuevos bloques económicos emergentes ubicados en otros continentes, como Asia y África, bajo condiciones de igualdad, beneficio mutuo y complementariedad productiva, ello para revertir la nociva tendencia del sistema económico actual a la sobreespecialización e interdependencia extrema, que desafortunadamente se ha vuelto un mecanismo más de control internacional.

Lo anterior también ayudará a generar un gran avance en términos de reconfiguración económica y estatal en cada país de Latinoamérica, pues favorecerá a acotar el poder e influencia de las élites exportadoras, las cuales desde tiempos coloniales florecieron a partir de la explotación y del goce exclusivo de las riquezas intercambiadas con la metrópoli y luego con la potencia mundial dominante, quienes también colaboraron en el establecimiento de cruentas dictaduras en la región durante el siglo pasado. 

No obstante, para que esta oportunidad se institucionalice y trascienda a los cambios electorales, progresistas o conservadores de cada nación, es de igual forma menester reformar o sustituir completamente los pactos sociales y constitucionales en la mayoría de países de la región latinoamericana, estrategias que tomen en cuenta los intereses nacionales de la mayoría de la población y no los de unos cuantos sectores.

Por lo tanto, el siguiente 30 de octubre puede abrir un panorama regional e internacional interesante.

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