Defender nuestra ciudad de derechos

Columnas Plebeyas

Nací en la década de 1980, cuando la desinformación y los prejuicios que imperaban acerca del vih/sida hacían que mucha gente creyera que se trataba de una enfermedad de homosexuales. Aquella epidemia y el formar parte de una familia sumamente religiosa y conservadora hicieron que mi adolescencia, como la de muchos otros hombres gay y personas LGBT+, estuviera llena de miedos y culpas.

El panorama en ese momento era vivir de manera discreta, ocultando quién eras en realidad. Muchas vidas se apagaron en ese contexto de clandestinidad. Eran pocos quienes se atrevían a vivir abiertamente su verdad.

Esta situación fue cambiando paulatinamente en la Ciudad de México, con el triunfo de la izquierda en las primeras elecciones para elegir jefe de gobierno, en 1997. Con el transcurso de los años empezaron a reconocerse derechos, primero con la inclusión en la legislación local de las sociedades de convivencia, lo cual finalmente abrió el camino hacia la legalización del matrimonio igualitario, que hoy es una realidad en todo el país (igualmente gracias a la izquierda). Estos y otros avances en materia de derechos humanos fueron semillas que permitieron que en otras regiones del país estas mismas libertades fueran garantizadas en las legislaciones locales. 

Hoy, después de que la Ciudad de México ha sido gobernada por la izquierda por 27 años, los seis últimos por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), una derecha particularmente cínica, corrupta e hipócrita, encabezada por Santiago Taboada, amenaza esas libertades, tratando de llegar al poder con la simulación de ser aliado de las personas de la diversidad sexual. Confían en acciones superficiales, como pintar un paso peatonal arcoíris enfrente de la sede de su partido, Acción Nacional (PAN), a pesar de que este mismo votó recientemente en contra de prohibir las mal llamadas terapias de conversión a nivel nacional o de que tiene entre sus filas personajes abiertamente homofóbicos y transfóbicos, como América Rangel o Teresa Castell.

El PAN no solamente pretende tomar el control de la Ciudad de México fingiéndose aliado, sino también valiéndose de golpeteo político, al que se han prestado algunos supuestos activistas de la propia comunidad LGBT+ vinculados a la derecha —quienes desde la “sociedad civil” niegan o ponen en duda los avances logrados por la izquierda—, así como a través de un discurso que apela a la despolitización, al aspiracionismo y el desclasamiento que caracteriza a ciertos sectores de la población.

Los mismo ocurre con Movimiento Ciudadano, partido de derecha que simula ser progresista, pero que votó en contra del matrimonio igualitario en Nuevo León.

El peligro de que la derecha obtenga poder en la capital del país, ya sea llegando a la jefatura de gobierno, a las alcaldías o al congreso local, es que impulse su agenda antiderechos y que ella se traduzca en una serie de retrocesos. En Italia, por ejemplo, al llegar la ultraderecha al poder, emitió una instrucción que impide el registro de hijos de familias homoparentales, la cual se intentó aplicar de manera retroactiva. En Madrid, donde también gobierna la derecha, se derogaron varios artículos de las leyes LGBT, eliminando, entre otros puntos, el concepto de identidad de género, la prohibición de las terapias de conversión, la sanción de actos discriminatorios y una serie de planes para combatir el acoso de menores en las escuelas. Atentados contra la integridad de las personas que ahora quedarán impunes y dejarán desprotegidas a las víctimas.

Como ciudadanos que hemos atestiguado el cambio de panorama para las personas de la diversidad en la Ciudad de México, nos toca defender la ciudad de derechos que hemos construido a lo largo de todos estos años e impedir retrocesos que pongan en peligro nuestra libertad. Las generaciones más jóvenes, por su parte, no deben dar por hecho estos derechos, tienen que seguir defendiéndose para no dar ni un solo paso atrás. Una forma de hacerlo ahora mismo es apoyar al único proyecto que busca seguir construyendo una ciudad más incluyente y respetuosa de la diversidad.

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