La CPAC: México en el contexto de la derecha global

Columnas Plebeyas

Hace unas semanas se realizó en México el encuentro de la Conferencia de Acción Conservadora (CPAC). Creada en 1974 en Estados Unidos como respuesta a los avances en materia del derecho al aborto, esta organización buscó dar visibilidad a la agenda conservadora en dicho país.

Sin embargo, desde 2017 la CPAC incorporó una política de expansión global que la llevó a organizar sus primeras reuniones fuera de Estados Unidos. México se suma así a los eventos realizados en Japón, Australia, Corea del Sur, Israel, Hungría y Brasil. Este giro global es parte del mismo contexto que llevó al partido español VOX a promover la “Carta de Madrid”, firmada el año pasado en México por senadores del Partido Acción Nacional (PAN).

Este tipo de expresiones son parte de un reacomodo ideológico dentro del campo conservador y deben ser analizadas como una respuesta a la actual crisis de legitimidad del neoliberalismo. Sin embargo, lejos de romper con este modelo, el perfil de la “nueva derecha” parece radicalizar algunas de sus premisas. Lo inédito, por el contrario, es que esta derecha busca dejar atrás la pátina “liberal” que acompañó la implementación de este modelo, asumiendo al “iliberalismo” como un rasgo distintivo.

Personajes como Aleksandr Duguin, asesor e ideólogo de cabecera de Putin en Rusia, el francés Alain de Benoist han sido algunos de los intelectuales que han reivindicado el “iliberalismo” como un rasgo distintivo de esta derecha. En este panorama destaca el presidente húngaro Viktor Orbán, considerado como un caso exitoso en la implementación de esta doctrina. La propia CPAC ha organizado encuentros en este país, y en su programa para México contó con la participación del Primer Ministro, Gergely Gulyás.

El “iliberalismo” parte de una crítica al ciudadano cosmopolita que promovió la globalización neoliberal, reivindicando un nacionalismo que tiene como base fundamental la religión y sus valores. Este tipo de nacionalismo no resulta incongruente con la percibida necesidad de establecer redes internacionales, pues se afirma que en el presente se libra una batalla cultural a escala global, en donde la agenda progresista es interpretada como un agente corrosivo que es necesario eliminar.

El énfasis en la “batalla cultural” es una característica de la nueva derecha y ha encontrado cierta recepción entre los jóvenes, que ven en el discurso conservador algo “novedoso” y “disruptivo” ante lo políticamente correcto. En Hungría destaca la creación de una universidad, la Mathias Corvinus Collegium (MCC) con el objetivo de difundir el ideario iliberal y formar cuadros para esta batalla cultural.

La presencia de la CPAC en México debe verse no sólo como un foro internacional sino también (y, sobre todo) como una plataforma para la construcción y difusión del movimiento ultra-conservador local, mismo que si bien todavía es marginal, observa un ascendente esfuerzo de organización.

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