¿Hacia un bipartidismo imperfecto?

Columnas Plebeyas

La elección de 2018 significó un cisma para el sistema de partidos que se consolidó a lo largo de 40 años. En efecto, luego de 1988, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) fueron los tres en torno a los cuales se organizó la disputa electoral en el país. Hoy, sin embargo, esas tres organizaciones forman parte de una misma coalición hecha a la medida para enfrentar al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y sus aliados. En conjunto, esas dos coaliciones explican más del 90 por ciento de las preferencias electorales.

De esta manera, el sistema de partidos posterior al 2018 parece dirigirse hacia un bipartidismo imperfecto protagonizado por dos grandes coaliciones: una de centroderecha y otra de centroizquierda. Esta situación es inédita en el sistema político mexicano y habrá que ver si se consolida en los próximos años. Las elecciones en Coahuila y el Estado de México, a celebrarse este 2023, aportarán datos claves de cara a la elección presidencial de 2024.

Si bien al interior de la coalición “Va por México” las preferencias electorales marcan todavía una paridad entre el PAN y el PRI, la situación de ambos partidos es bastante diferente. El otrora partido hegemónico vive una profunda crisis de identidad que durante años supo disimular por su potente estructura territorial. Hoy, sin embargo, el invierno parece haber alcanzado al tricolor, pues sucesivas derrotas electorales lo han despojado de los “fierros” que le habían permitido movilizar el voto en distintas entidades del país. De hecho, el año pasado el PRI estuvo a punto de perder su registro en Quintana Roo por el bajo índice de la votación obtenida.

El acuerdo por el cual el PRI y el PAN se repartieron las candidaturas para 2023 y 2024 confirma el diferente momento que viven ambos institutos y el lugar que ocupan en la coalición. Al PRI se le concedió la gracia de elegir las candidaturas en Coahuila y el Estado de México, mientras que el PAN se encargará de decidir el perfil para la presidencial del 24. Todavía no está nada dicho, pero las encuestas mexiquenses hacen muy posible que el tricolor pierda su último gran bastión, sede del mítico grupo Atlacomulco. Si estas tendencias se confirman, el PRI llegará al 2024 severamente golpeado y en una posición de debilidad territorial completamente inédita.

Que ni siquiera hayan invitado al PRD al anuncio de la estrategia de “Va por México” habla a las claras de cómo sus socios perciben el futuro inmediato de este partido. El perfil ideológico completamente desdibujado producto de su adhesión al Pacto por México, primero, y luego su inclusión en la coalición hacen pensar que el llamado sol azteca vive sus últimas jornadas. Todo este cuadro dejaría al PAN como el claro puntal de esta coalición, pues si bien no vive sus mejores momentos, no atraviesa una crisis estructural como sus aliados.

En tanto, en la coalición de centroizquierda es claro el papel protagónico de Morena. Ahí las dudas son respecto a la unidad del partido. La otra gran incógnita es el destino de Movimiento Ciudadano. Hasta ahora apuesta a que cuando la espuma posterior al 2018 termine de bajar, se abra un espacio para plantear una “tercera vía” entre las dos coaliciones. La experiencia reciente en otras partes del mundo indica que las posibilidades de éxito de esta estrategia son escasas y es probable que a la larga termine siendo absorbido por la dinámica de este nuevo bipartidismo de coaliciones.   

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