Unidas, unides, resistiendo y avanzado
En el marco de los encuentros feministas latinoamericanos, después de una pausa obligada por la pandemia, del 22 al 25 de noviembre nos encontramos reunidas en el 15 Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe (15 EFLAC) en El Salvador. El esperado evento reúne aproximadamente a 1,500 feministas de Latinoamérica y del Caribe. Cabe recordar que, por acuerdo del primer Encuentro celebrado en Colombia en 1981, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer a raíz de los asesinatos de las hermanas Mirabal, opositoras al régimen dictatorial de Trujillo (1930-1961), en República Dominicana.
En este texto quiero esbozar algunos de los avances y retos a los que en el tema de violencias de género nos enfrentamos las feministas mexicanas y latinoamericanas, los cuales fueron discutidos en el grupo uno, durante el primer día de actividades, en la asamblea siete del Encuentro: Violencias de género: vivas, libres y diversas nos queremos.
Hablamos del avance, casi generalizado, en cuanto a la creación de leyes que sancionan las violencias de género, así como de aquellas que nombran y permiten identificar estos actos y discriminaciones que antes no se consideraban como tales, por ejemplo, de manera más reciente, la violencia vicaria o la violencia digital en algunos estados de México. Sin embargo, también admitimos que, aunque ha sido importante nombrar a través del discurso legal —sobre todo, el penal— la lesión y los daños a los derechos que hemos logrado, esto no ha sido suficiente ni efectivo. Aun cuando el feminismo ha crecido notablemente, todavía tenemos el reto de transformar la conciencia social de muchos hombres y mujeres que se resisten a ver las desigualdades en las que nos encontramos las mujeres como clase social frente a los varones, desigualdades múltiples que agravan la situación de mujeres en sus contextos específicos. Esto ha traído como consecuencia que, si bien ya contamos con leyes de paridad para el acceso de las mujeres a puestos de poder, este “avance” todavía no ha traído cambios sustanciales y en algunas ocasiones ha significado la reproducción y legitimación de prácticas patriarcales en el servicio público que limitan el acceso de las mujeres a la justicia. Las prácticas burocráticas y la corrupción, así como el pensamiento patriarcal, atraviesan cuerpos de mujeres y hombres.
Tenemos claridad sobre las diferencias de las situaciones latinoamericanas, centroamericanas y del Caribe en cuanto a las violencias de género que tienen sus propias particularidades en correspondencia con los contextos políticos-económicos; no obstante, la ideología que justifica la subordinación de lo femenino frente a los hombres se encuentra en la base de las desigualdades materiales y simbólicas que nos exponen a múltiples violencias. Por ello, nuestras estrategias deben ser contextuales y locales, pero desde una posición política latinoamericana clara que, en las diferencias y cuando sea posible, accione de manera general.
En ese sentido, debe evidenciarse la responsabilidad ética de las mujeres que en México y en América Latina han accedido a puestos de poder por el avance de la institucionalización de la perspectiva de género y de la instauración de leyes de paridad.
En este encuentro fue una constante señalar el reto de organización al que nos enfrentamos como feministas ante el cambiante contexto político latinoamericano, donde los fundamentalismos se hacen presentes en nuestros países, por ejemplo, el reciente caso de la victoria de Milei en Argentina y de las políticas públicas de Bukele en Honduras. Sin embargo, incluso en los países que se asumen liderados por gobiernos de izquierdas, entre ellos Brasil y México, con gabinetes paritarios como el de AMLO, tenemos que estar atentas a que las mujeres y las disidencias que se encuentran en esos espacios actúen en consecuencia, de acuerdo con sus contextos, pues el patriarcado opera de manera compleja y amenazante con quienes deseamos una transformación profunda desde las instituciones de gobierno y los aparatos de poder.
La apuesta es que las feministas latinoamericanas caminemos con paso firme tanto en gobiernos de izquierda como de derechas: juntas, unidas, unides, resistiendo y avanzando.