Avatar 2: Joder, esto no es cine

Columnas Plebeyas

“Eso no es cine” es una frase que ha dilapidado la figura de Martin Scorsese ante la mirada de la cultura popular, y actualmente las bocas de todos están tan llenas de verdades, al grado de que no se han tomado la molestia de preguntar a qué diablos se refiere uno de los cineastas de Hollywood más importantes de los últimos años.

Más allá del serio y sumamente interesante autocuestionamiento de Scorsese acerca del significado que tiene hacer cine para una industria tan compleja y poderosa como lo es Hollywood, que ha derivado en ideas sin conclusión como: “¿Tendré que ser doble cara, una que muestre lo que ellos quieren y otra que muestre lo que yo quiero?”, el cineasta es claro en lo que para él significa la palabra cine: “una revelación estética, emocional y espiritual”.

Esta frase es sólo un fragmento de todo el contenido que tiene este arte para él. Es decir, la concepción que tienen las audiencias pop —ojo, no es crítica, son hechos— de esta palabra dista mucho de la mirada que tiene Scorsese, esto no hace mejor persona al cineasta o a las audiencias adoradoras de lo que este hombre afirma que no es cine, pero el esclarecimiento de lo que la palabra significa para cada uno nos permite entendernos y conversar.

A partir de aquí, y bajo el entendimiento de que me refiero y entiendo de forma similar al cine como lo hace el afamado director, me permito hacer la rotunda afirmación de que Avatar 2 dista mucho de ser cine.

¿Por qué? Sencillo, la concepción del cine como arte, búsqueda del éxtasis y entendimiento de la realidad es lo último que atraviesa la cabeza de James Cameron, el director. ¿Cómo es posible que me atreva a decir esto de forma tan deliberada? ¿Es acaso que soy el típico profeta de Twitter que todo lo sabe y todo habla con verdad? No, Cameron gasta todas sus entrevistas para que sepas que habrá más y más, que si más efectos, que si una secuela más cara, que si necesita recaudar más, que si los mil millones, que si los dos mil millones. La franquicia de Avatar trata de todo, menos de ella misma: es la maestría y el perfeccionamiento de aquella práctica que Disney ha ido perfeccionando año con año en la que el cine no se trata de sí mismo, sino de todo lo que hay alrededor. Tan es así que ahora mismo puedes consultar las hordas de gente en internet enfrascada en debates sin sentido sobre si la escena postcrédito es o no relevante para la historia, o que si te puedes saltar equis y ye película de Marvel para poder entender la fase veinte de un universo que ya más bien parece hoyo negro.

No me malentiendan, crear comunidad es significativo y en ocasiones hasta interesante, pero algo anda mal cuando lo último que importa en una película es el hacer del arte cinematográfico.

¿La película? Con una historia contada mil veces y una animación que, con perdón pero sí, se sigue viendo como muñecos de hule, Avatar 2 termina siendo un…

Pues está bien… pero eso no es lo importante, lo importante es que cumplió las expectativas de Cameron; no como cine, sino en lo comercial.

Es por ello que afirmo enfáticamente… Avatar 2: joder, esto no es cine.

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