El 7 de diciembre cerró como una fecha muy interesante en este último tramo del 2022, pues por un lado el presidente peruano Pedro Castillo, tras un fallido intento de disolución del congreso, fue destituido por este último y arrestado de manera pronta por los organismos de seguridad.
Lo anterior muestra, sin que este episodio haya concluido, una vez más la trágica historia del Perú posterior a Alberto Fujimori, es decir, del año 2000 en adelante, en la que un poder legislativo con amplias facultades constitucionales y que no está exento de ser cooptado directamente por las élites locales, altamente disciplinadas en un sentido político orientado a su exclusiva conveniencia, no ha sabido velar por la continuidad gubernamental en los últimos seis años. Y, lejos de apelar a un diálogo constructivo que permita alcanzar acuerdos que beneficien a las mayorías, se ha cerrado a su feudo exclusivo de juicio y remoción de presidentes bajo supuestos de corrupción e incapacidad moral, entre otros. Y ello dentro de un ambiente cada vez mayor de polarización política nacional.
Las protestas no se han hecho esperar, y resta por ver si la nueva presidenta, Dina Boluarte, estará a la altura de las circunstancias para reconciliar a todos los grupos en disputa, siempre y cuando el congreso no encuentre nuevos elementos de juicio ante cualquier medida que afecte sus intereses vitales.
Por otras latitudes, la historia parece jugarnos una nueva broma macabra, que despierta severas suspicacias, ya que el mismo día en Alemania más de 3 mil efectivos de las fuerzas de seguridad arrestaron a 25 individuos en 130 puntos del país, quienes presuntamente planeaban tomar por las armas el parlamento y sustituir al actual gobierno federal por una monarquía similar al Reich (imperio) establecido entre 1871 y 1918.
Esto puede parecer un anacronismo de mal gusto, sin embargo no debemos olvidar que para el advenimiento del gobierno nazi, o Tercer Reich, aconteció un hecho similar al del 7 de diciembre de 2022, pues entre el 8 y el 9 de noviembre de 1923 un similar grupo de personajes con ideas de extrema derecha buscó tomar por la fuerza el gobierno local de Múnich, para luego marchar y hacerse del control de Berlín.
De igual forma al evento actual, el golpe de Múnich fracasó y sus miembros fueron arrestados, pero ello les permitió encauzar su lucha por medio de canales propagandísticos e institucionales que diez años después configurarían uno de los gobiernos más siniestros en la historia de la humanidad.
Por lo tanto, nunca está de más contrastar lo que pasa en el devenir contemporáneo con la historia, pues ella tiene formas inexplicables de manifestarse y recrearse.