Estos 15 y 16 de septiembre de 2022, en Samarcanda, Uzbekistán, los líderes de Rusia, China, Kazajistán, Pakistán, Tayikistán y el país receptor se reunieron en el marco de la junta de jefes de Estado de la Organización para la Cooperación de Shanghái (OCS), surgida en 2001 con el objetivo principal de asegurar las fronteras rusas y chinas de la amenaza terrorista después del 11 de septiembre en Manhattan.
No obstante, su objetivo se ha ido amplificando y, con la inclusión de nuevos miembros, como Irán, Bielorrusia, Armenia, Azerbaiyán, Turquía, Nepal, Maldivas, Myanmar y Sri Lanka, los futuros del organismo se establecen en dos ejes principales, desde nuestra perspectiva.
Uno de carácter económico, en el que, al integrar a la mayoría de las potencias energéticas de gas (Rusia e Irán) en Eurasia, junto con la dupla manufacturera del continente (China e India), sin contar con sus vastos mercados, pueden ofrecer a los demás miembros un reacomodo en términos de desarrollo y crecimiento alternativo a los dictados por Estados Unidos y sus socios al otro lado del Atlántico.
Por otro lado, tanto la voluntad de formar parte de la organización de miembros tan diferentes en términos de objetivos políticos, como de aquellos que se encuentran en proceso de ingreso, da cuenta de un proceso paralelo de reconfiguración en Eurasia que, de ser abordado de manera comprometida, y promoviendo el diálogo para la consecución de metas compartidas entre sus integrantes, se blindará de cierta manera frente a interferencias externas que por años han obstaculizado una verdadera integración regional.
De manera más amplia, este proceso de expansión y consolidación de la organización también da cuenta de que el multipolarismo en las relaciones internacionales, orientado a trascender los dictados unipolares punitivos y normativos de países como Estados Unidos y sus aliados europeos, se encuentra en desarrollo.
Y ante los recientes acontecimientos en Ucrania y un eventual endurecimiento de políticas de Washington y Bruselas hacia Pekín, es muy probable que tanto Rusia como China aceleren este proceso para reafirmar el nacimiento de un orden internacional multipolar, posterior al unilateralismo estadounidense derivado de la Guerra Fría.