Los datos preliminares recientemente presentados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en torno a la tasa de homicidios a nivel nacional durante 2021 revelan dos mensajes principales. Uno es que la tasa de homicidios en México sigue siendo muy alta, con 28 homicidios por cada 100 mil habitantes. La tasa en 2006 era de 10 homicidios por cada 100 mil habitantes, pero se disparó hasta 24 para 2011 y luego hasta 29 en 2018. El segundo mensaje principal es que desde 2018 la tasa de homicidios a nivel nacional dejó de crecer y parece estar decreciendo, aunque de manera gradual.
Entonces, ¿por qué el asunto de la seguridad ocupa un lugar preponderante en las preocupaciones de la población y en la discusión en prensa, radio y televisión? Los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) nos permiten explorar algunas explicaciones.1
Podría suceder que los municipios más poblados del país estén experimentando una incidencia de homicidios tal que, aunque en promedio en el país la tasa esté estabilizándose, la percepción esté guiada por lo que ocurre en estos lugares. Esto no es así, de acuerdo con los datos. De los 10 municipios más poblados del país (considerando las alcaldías de la Ciudad de México al nivel de los municipios), en sólo dos, León y Juárez, la tasa de homicidios entre 2018 y 2021 subió. En demarcaciones como Tijuana, Iztapalapa, Ecatepec y Puebla la reducción en la tasa de homicidios fue mayor al 20 por ciento.
También podría ocurrir que la discusión en torno a la inseguridad esté explicada por lo que sucede en los municipios con mejores condiciones materiales. Pero esto tampoco se corrobora en los datos. Si consideramos a las demarcaciones con mayor índice de desarrollo humano, siete de ellos registran una reducción en la tasa de homicidios entre 2018 y 2021, aunque en San Pedro Garza García y San Nicolás de los Garza (ambos en Nuevo León) y Corregidora (en Querétaro) la tasa de homicidios creció sustancialmente (25, 36 y 19 por ciento, respectivamente).
Otra posible explicación es que los municipios turísticos, que reciben mucha atención de la prensa, los gobiernos y la población en general, estén experimentando incrementos en la violencia, contrarios a la tendencia nacional. De nuevo, los datos no respaldan esta hipótesis. Los municipios de Benito Juárez, en Quintana Roo; Acapulco y Zihuatanejo, en Guerrero; Los Cabos, en Baja California Sur; Puerto Vallarta, en Jalisco; Oaxaca de Juárez y Santa María Huatulco, en Oaxaca; Guanajuato y San Miguel de Allende, en Guanajuato, y San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, son municipios en donde se asienta al menos un centro turístico de importancia y en todos, salvo en Benito Juárez, donde se asienta Cancún, la tasa de homicidios cayó entre 2015 y 2018 (desde un 6 por ciento en Oaxaca hasta un 63 por ciento en Los Cabos).
Entonces, ¿qué explica la centralidad del problema de la violencia en la conversación pública? Un aspecto que vale la pena estudiar con detenimiento es la incidencia de aquellos delitos que tocan la vida diaria de muchas personas y que no reciben la atención de las autoridades ni el cuidado en su medición como la reciben los homicidios. Tal es el caso de la extorsión, cuya incidencia, de acuerdo con los datos del SESNSP, se ha incrementado en el último año y cuya tendencia es explicada en buena medida por el incremento de este delito en entidades como el Estado de México, Zacatecas y Nuevo León. Si bien la extorsión y otros delitos no tienen el impacto mediático de los homicidios, sí trastocan la vida y la economía de familias y negocios. La paulatina reducción de los homicidios es una buena noticia, pero es indispensable que esta tendencia se vea acompañada de una mejora en la manera en que las personas puedan realizar sus actividades diarias de una manera tranquila y en paz, en todos los sentidos.
Notas
1. Se emplean los datos del SESNSP, pues los microdatos de Inegi de 2021 aún no están disponibles. Sin embargo, cabe recalcar que las series de Inegi y el SESNSP cada vez son más parecidas.