México encabeza la lista de los países que más horas trabajan al año según estimaciones de World of Statistics. Se calcula que los y las mexicanas trabajan dos mil 128 horas por año, mientras que en Alemania trabajan mil 349, el país que menos horas invierte en trabajo al año. En México, trabajar mucho no necesariamente se traduce en altos niveles de paga, productividad o distribución justa de las ganancias. Pese a que en los último tres años se han tenido incrementos considerables en el salario mínimo, hemos mejorado mucho a nivel mundial y reducido la pobreza extrema, aún somos el país de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) en que se gana menos.
No sólo somos el país que más horas labora, sino el que menos vacaciones goza. Hay distintos estudios desde la psicología y la economía que establecen una correlación directa entre días de descanso y productividad, ya que el bienestar personal influye mucho en el desempeño laboral. Una jornada larga no necesariamente se traduce en trabajo efectivo y eficiente o de calidad; al contrario, el malestar se traduce en poco compromiso laboral y trabajo ineficiente.
Mientras en todo el mundo se están proponiendo y ejecutando jornadas laborales de 32 horas a la semana, en México continuamos siendo de los países con jornadas de 48 horas semanales, sin contar con que según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) hay más de 10 millones de personas que exceden este límite semanalmente; es decir, la legislación en materia laboral no sólo es arcaica, sino permisiva de abusos.
La reducción de la jornada laboral es una necesidad de la clase trabajadora, no sólo por justicia social, sino por bienestar social en general. Las largas jornadas laborales impiden gestionar de manera adecuada la vida privada, tener espacios de recreo, de ocio, convivencia familiar, dedicar horas al deporte, a la cultura, al arte o a invertir tiempo en una mejor alimentación. Por consiguiente, tener menos tiempo libre se traduce en una peor calidad de vida, que ocasiona sociedades estresadas, con personas enfermas física y mentalmente por la falta de ejercicio, mala alimentación y falta de esparcimiento, además que impide la adecuada cohesión familiar y social.
Reducir las horas de las jornadas laborales, analizar las dinámicas de trabajo, explorar otras modalidades o formas más amigables, garantizar mejores derechos, ofrecer más tiempo libre y de descanso pueden repercutir positivamente en las sociedades. Así que, por el bien de todas y todos, también la clase trabajadora.