En mi primera columna del año para Sentido Común comenté variables económicas a las que tendríamos que dar seguimiento de cerca a lo largo del 2023. La razón principal es que existían entonces preocupaciones sobre una posible desaceleración de la economía global, ocasionada en buena medida por las restricciones monetarias que los bancos centrales habían impuesto con el objetivo de contener la inflación y que podrían conducir a una recesión. Con la mitad del año recorrido, ¿qué cosas han cambiado en el tablero de la economía y qué afectará las perspectivas económicas y políticas en los meses por venir?
Primero, la inflación alrededor del mundo ha cedido de forma considerable, comparada con los altos niveles observados en 2022. En Europa, en los 20 países que usan el euro se ubica alrededor del 7 por ciento, mientras que en el Reino Unido ronda el 5 por ciento. Por su parte, en Estados Unidos la inflación es cercana al 9 por ciento. Sin embargo, estos niveles se encuentran aún muy por encima de los niveles aceptables de la mayoría de los bancos centrales.
El consenso de los analistas es que este año ocurran algunos incrementos más de tasas de interés en los Estados Unidos y Europa. Por consecuencia, de manera consistente con el comportamiento observado en la junta de gobierno del Banco de México, se espera también que en nuestro país haya al menos dos subidas de tasas en lo que resta del 2023.
Segundo, la economía estadounidense creció menos de lo pronosticado en el primer trimestre y se espera un crecimiento muy modesto para lo que queda de este año y el 2024, lo cual tiene repercusiones directas en la economía mexicana. Las estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) proyectan un crecimiento de la economía global de alrededor de 2.7 por ciento para el 2023 y de cerca de un 2.9 por ciento el año siguiente. Para México, los pronósticos sitúan el crecimiento en 2.6 y 2.1 puntos porcentuales para 2023 y 2024, respectivamente.
La combinación de tasas de interés altas y la desaceleración de la inflación implica que la tasa de interés real anticipada por los agentes económicos seguirá aumentando. Esta tasa es la que está detrás de las decisiones de inversión y crédito, por lo que el costo real del financiamiento seguirá siendo elevado, lo que a su vez ayuda a explicar que, a pesar de haber superado la parte más severa del periodo inflacionario y de que las restricciones en las cadenas de suministro global se han casi eliminado, existen riesgos latentes para el crecimiento en el futuro cercano.
Se estima que menos de la mitad de los efectos de la política monetaria restrictiva se han trasladado al sector real, por lo que es de esperarse que en el corto plazo se materialicen. La titular del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dijo que si bien una posible recesión no se descarta, lo más probable es que sea leve, lo que los economistas han denominado como aterrizaje suave.
Tercero, en lo que concierne a México, diversos indicadores muestran cierta fortaleza en su economía. Tomemos dos ejemplos. Primero, el mercado laboral ha tenido una sostenida recuperación después de la caída derivada de la pandemia de covid-19, tanto en términos de personas empleadas como de sus ingresos. Consecuentemente, las cifras de la pobreza laboral sugieren que habrá una reducción en la cifra oficial de pobreza multidimensional, a anunciarse a finales de este julio.
Otro indicador favorable es el tipo de cambio, que alcanzó su mejor nivel desde hace ocho años. Pese a que se ha dicho que esta variable depende en su mayoría de factores externos, lo cierto es que el desempeño del llamado superpeso no podría explicarse sino en conjunto con una solidez macroeconómica, la estabilidad fiscal y la autonomía del banco central.
Las perspectivas económicas para lo que resta del año y para inicios de 2024 serán clave para entender el proceso político que ya se ha puesto en marcha de facto. A pesar de que mucha tinta se gasta en interpretar las poses de los políticos y los atributos casi místicos de los aspirantes a la presidencia, una situación económica estable será una variable fundamental en la elección de 2024, cuando el país renueve su poder ejecutivo federal. Un contexto económico favorable le brindaría al gobernante Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) respaldo en un tema que la gente percibe en su día a día, mientras que una posible desaceleración brindaría a la oposición herramientas para contrarrestar el discurso de cambio, convirtiéndose en un factor en contra para quien sea que se convierta en candidato.