Cuidado con el horóscopo de la sucesión

Columnas Plebeyas

Entrando al último tercio del sexenio de Andrés Manuel López Obrador no es difícil encontrar en las columnas de opinión intentos por dar ya vuelta a la página porque “este gobierno ya se acabó”. Sobre todo, hay una prisa en actores que han sido desplazados a los márgenes en la coalición de gobierno y cuya supervivencia política depende de encontrar pronto un acomodo, así sea en la oposición que una vez enfrentaron políticamente.

Una encuesta reciente mostró que la aceptación de AMLO en la población en general es parecida a la que en su momento tuvieron Ernesto Zedillo, Vicente Fox o Felipe Calderón al final de su mandato. Fue como si se hubiera revelado el horóscopo de la sucesión, por lo que basta con calar el “ambiente político”, ignorando lo que sucede en la economía y el contexto internacional en momentos particulares. Nada más reduccionista. Por ejemplo, Zedillo enfrentó en la última parte de su sexenio un repunte en el crecimiento económico luego de la crisis de 1994, mientras que Fox se benefició de la bonanza petrolera que en otros países latinoamericanos sirvió para la expansión del gasto social y en México se desperdició en gasto corriente de gobierno. En otras palabras, los siguientes dos años serán trascendentes sobre todo por las cambiantes e inciertas condiciones económicas y, de forma importante, por la manera en que la política doméstica y exterior acomode este escenario.

Para 2023 se espera una desaceleración en la economía global, en particular la de Estados Unidos, explicada en buena medida por las restricciones monetarias implementadas para contener la inflación. En este escenario, la política fiscal, sobre todo la inversión pública, será medular para contener los efectos negativos de la desaceleración y servir de guía a la inversión privada hacia una eventual recuperación, otorgando fuerte relevancia a proyectos de infraestructura, como el corredor transístmico y la operación al máximo y lo más pronto posible de los aeropuertos nuevos y renovados. La inversión pública se ha encontrado con importantes cuellos de botella hasta la fecha, que deben ser solucionados sí o sí para cumplir este papel amortiguador y de guía.

Es imposible saber con exactitud la severidad de la desaceleración económica para el año que viene, pero es muy posible que para las personas con menores ingresos se sigan sintiendo los efectos de la inflación, reflejados sobre todo en la carencia de alimentos (ya sea por cuestiones de disponibilidad física o por la falta de ingreso para comprarlos). En este escenario, será vital que se corrija pronto la operación de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) y que las medidas implementadas para contener la inflación puedan ser redireccionadas para lidiar con el asunto.

Finalmente, no podemos omitir la reconfiguración que está ocurriendo en el mundo, caracterizada por una reorganización de las relaciones entre naciones que fortalece el regionalismo y se sustrae gradualmente de la hiperglobalización, situación ante la que la política doméstica no puede ser sólo reactiva. Las discusiones en torno al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) marcarán el tono de México ante un dilema que enfrentarán en su tiempo la mayoría de las naciones: cómo establecer una relación con el exterior que dé cabida a las prioridades de soberanía sin poner en riesgo la estabilidad de la moneda y la posición de las exportaciones.

Además de las importantes implicaciones económicas del escenario que tenemos enfrente, lo que suceda en los próximos dos años también representará una serie de referentes respecto de los cuales los aspirantes presidenciales, tanto de la coalición gobernante como de la oposición, tendrán que posicionarse: ¿cuál es su visión de la política social?, ¿cuál es el rumbo que le darán a las obras de infraestructura puestas en marcha o en vías de concretarse?, ¿qué hacer con el zombi neoliberal?

Los dos siguientes años serán cruciales para la manera en que la coalición gobernante conduzca una eventual transición, y el actuar o no actuar durante este periodo será la explicación fundamental sobre cómo habrá ocurrido este proceso político y no al revés. Es normal que el análisis comience a centrarse en lo pasional de la sucesión, pero no hay que ir tan rápido, porque hasta en el horóscopo nos dicen que de nada sirve el correr, lo que importa es partir a tiempo.

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