La más reciente medición multidimensional de la pobreza que cada dos años lleva a cabo el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) data de 2020. El levantamiento de información para su estimación se terminó pocos días antes del confinamiento por la pandemia de COVID-19, cuando millones de personas perdieron su empleo, especialmente quienes no tenían uno formal o trabajaban en el sector servicios. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la tasa neta de participación de la población de 15 años o más en el mercado laboral pasó de 60.4 por ciento en el primer trimestre de ese año a 49.1% en el segundo, lo que implica que poco más de 10 millones de personas perdieron su empleo, principal fuente de ingreso para la mayoría. El ingreso laboral para el 10% más pobre representa, en promedio, 44% de su total ingresado, mientras que para el 10% más rico es 61%. Cabe destacar que los trabajadores informales tienden a ser los de menores niveles de ingreso.
Algunos se adelantaron a presentar escenarios catastróficos. Por ejemplo, una encuesta sobre el virus elaborada por la Universidad Iberoamericana y nombrada ENCOVID-19 pronosticó un incremento de hasta 17 por ciento en la pobreza extrema por ingresos y de 13 por ciento en la moderada. No obstante, según cifras del Coneval, la primera sólo incrementó 3.2 por ciento y la segunda nada más 2.9 por ciento, equivalentes, respectivamente a 4.6 y 5.1 millones de personas. No es algo que celebrar, pero si se ponen los datos en perspectiva, por ejemplo, en la crisis de 2007 y 2008, según la misma fuente, la pobreza extrema aumentó 4.8 por ciento y la moderada 8.2 por ciento, una equivalencia, respectiva, de 6.4 y 12 millones de personas. Cabe destacar que la caída del Producto Interno Bruto (PIB) durante la crisis por la pandemia fue del 8 por ciento, mientras que en 2009 fue del 5.3 por ciento.
Para tener un estimado más frecuente del estado que guarda la pobreza, el Coneval lleva a cabo de manera trimestral una medición de ella en lo laboral. La correlación entre esta medición y la de la pobreza extrema y moderada por ingresos es de 0.49 y 0.91 por ciento, respectivamente. Es decir, existe una fuerte asociación entre la medición de la pobreza laboral y la pobreza moderada por ingresos. En el caso de la medición multidimensional, es de -0.34 por ciento para la pobreza extrema y 0.98 por ciento para la moderada. La asociación negativa se debe en buena medida a la definición, ya que para ser considerado pobre multidimensional extremo se requieren al menos tres carencias sociales, las cuales difícilmente tienen retrocesos al mismo tiempo.
Calculé las elasticidades de las diferentes mediciones de la pobreza multidimensional con respecto a la pobreza laboral, con el fin de tener estimados de las nuevas mediciones que se presentarán en agosto de este 2023. La buena nueva es que la pobreza va a bajar a niveles de 2009. Aproximadamente, el porcentaje de la población en pobreza extrema y moderada por ingresos será de 16.9 y 49.9 por ciento; y, en el caso de los niveles de pobreza multidimensional extrema y moderada, rondarán el 10.4 y el 33.8 por ciento, respectivamente. Estas cifras representan una buena noticia para la mayoría de la población, excepto para aquellos que, por mezquindad política, quieren que le vaya mal a México.