Tres ideas sobre lo que pasa en un plano más general en relación a la victoria de Trump:
- La democracia liberal está en crisis. La liberal digo. Lo están también algunos componentes con los que se asocia estructuralmente, como el mercado abierto y la reducción del Estado.
- No todos ven esas crisis como un retroceso. El discurso democrático-liberal de que con su crisis se avecina la muerte de la democracia misma, no convence y convoca a pocos. Esa retórica no alcanza a estructurar las preferencias electorales ni las expectativas de vida. Como pacto social, la democracia liberal se muestra cada vez más incapaz de responder a las nuevas exigencias de igualdad e inclusión, a las complejas dinámicas políticas, a los movimientos alternativos, incluidos los populismos de reciente aparición.
- Instalada como mindset, la democracia liberal condena elocuentemente, pero comprende mal los fenómenos que la retan. Detrás de su crisis están también exigencias contra la apropiación elitista de las instituciones y las oportunidades. Con confort analítico, el mindset condena y desprecia que su crisis sea explotada mediante discursos machistas, anti migrantes, misóginos o por actores que etiqueta como populistas (¿No lo hacemos casi todos?).
Algunos rasgos de ese cuadro son indudables, pero al poner el acento sólo en él, plácidamente desestima que sea posible responder a su crisis con mejores estándares democráticos y con mayor responsabilidad social. El mindset está atrapado en el sentido liberal de la democracia y en su rechazo al demos que también la compone.