¿Tiempo de mujeres? Renunciar a las etiquetas en la 4T

Columnas Plebeyas

La presidenta electa Claudia Sheinbaum ya anunció el nombre del jefe de la oficina de la presidencia, así como de las personas que ocuparán 15 de las 19 secretarías de Estado, así como la consejería jurídica, que componen parte de la administración pública federal centralizada.

Queda pendiente que la mandataria entrante defina quién ocupará las secretarías de Cultura, Trabajo, Turismo y de la Defensa Nacional.

Cabe apuntar que ocho de las 17 personas anunciadas y que colaborarán en la guía del navío del gobierno de Claudia son mujeres; entre ellas, la más joven tiene 50 años. Los nombramientos, por ahora, están siendo paritarios; habrá que esperar a definir las carteras pendientes.

Hemos escuchado a Sheinbaum afirmar de manera frecuente que hoy es tiempo de mujeres. Al respecto, he dicho que aunque esta frase contenga cierta potencia política-electoral, también es importante tener claridad sobre el tipo de mujeres que se tiene en mente cuando se hace política pública. ¿De qué mujeres habla? ¿Cómo se beneficiarán ellas, o no, de determinadas decisiones? También hay que contar con perspectiva crítica en cuanto a que un gabinete paritario desafortunadamente no siempre es “feminista”, y si lo es, ¿de qué  feminismo se trataría? ¿Qué implicaciones tiene habilitar una política pública con inspiraciones de un cierto feminismo u otro? 

¿Es suficiente para la transformación que sea tiempo de mujeres? Propongo que no. Por supuesto que políticamente es importante tener a mujeres en puestos de toma de decisiones de gobierno y trascender los obstáculos que les (nos)  impiden llegar a esos puestos; sin embargo, una vez hecho esto, me parece que tenemos que poner más atención en las prácticas que pueden etiquetarse como feministas, pero que, en el fondo y en los hechos, tal vez no aporten para construir el camino de la transformación social en cuanto a las relaciones de desigualdad, que son diversas y que no se reducen solamente a la opresión de género.

En esa búsqueda, además de otras cuestiones, es importante el diálogo intergeneracional y plural entre quienes ya han sido anunciadas como titulares de las secretarías y el movimiento amplio de mujeres, simplemente porque no hay un solo feminismo y porque este movimiento es muy complejo y a veces hasta contradictorio. Algunas de las mujeres que han sido dadas a conocer para ocupar puestos importantes en el gabinete se han autoproclamado como feministas, otras no. Habrá que ver sus acciones y opiniones en cuanto a la violencia contra las mujeres, la desigualdad económica y la explotación laboral, los derechos, el racismo, etcétera. 

Es momento de apartarnos del mujerismo (vulvocracia) y ver lo sustantivo; de observar y analizar cómo actúan y qué hacen esas mujeres en el gobierno.

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