La paridad es tan sólo un primer paso para acceder a la igualdad sustantiva, garantiza la participación de las mujeres, pero no la implementación de una política feminista efectiva que disminuya considerablemente las brechas de desigualdad entre hombres y mujeres. Además, habitar un cuerpo de mujer no garantiza (necesariamente) el emprendimiento de acciones que disminuyan las brechas de desigualdad o la violencia de género, ya que las mujeres también podemos reproducir lógicas machistas porque nacimos, crecimos y aprendimos todas las dinámicas de un sistema patriarcal, muy difíciles de erradicar. Vivimos en un sistema que recompensa la aprobación masculina, y su búsqueda constante es, para las mujeres, el caballo de Troya en la cimentación de la igualdad. Las mujeres hemos socializado, a través de los roles de género, prácticas que moldean un comportamiento que termina siendo conveniente a los hombres y funcional al sistema patriarcal.
Que las mujeres accedan a cargos de toma de decisiones es justo, que tengan perspectiva y praxis política feminista no sólo es justo, sino necesario para una verdadera transformación.
Sabemos que hay avances y acciones que han favorecido a las mujeres en los últimos años, sin embargo, el camino que nos falta recorrer aún es largo, la desigualdad injusta entre hombres y mujeres sigue existiendo, las brechas de género aún no se han eliminado, hay derechos que aún no están garantizados para todas las mujeres, las condiciones estructurales siguen siendo de desventajas y la deuda histórica aún no está resarcida.
Cada día estamos más cerca de tener por primera vez en México una presidenta, flanqueada por más gobernadoras, lo cual celebramos; sin embargo, es importante recordar que no basta acceder a estos cargos, sino que además es necesaria la implementación y presencia de una política feminista en todas las acciones, decisiones y estrategias de gobiernos en cada uno de los espacios públicos del país.
La implementación de una política feminista significa una apuesta por la transformación verdadera, por la eliminación de la violencia y por acciones en favor de las mujeres, que nos permitan alcanzar la verdadera igualdad. Simplemente, sin política feminista no es posible la transformación.