Revivir la Unasur o no

Columnas Plebeyas

El 30 de mayo líderes de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Uruguay, Surinam, Perú y Venezuela se reunieron en Brasilia, bajo los auspicios de un renovado liderazgo regional encabezado por el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva y con el propósito de expresar la voluntad de cooperación de la mayoría de los países integrantes de Suramérica, independientemente de sus orientaciones políticas.

No obstante, el principal motivo de convocatoria por parte de Brasil, como de asistencia de miembros económicamente relevantes en la región, como Argentina y Colombia, es el mínimo crecimiento económico que proyectan este año, en torno al 1%, y con el peligro de estancarse y caer en recesión, lo cual presenta un serio problema para los gobiernos de cada nación y para la región en general.

A modo de solución alternativa ante el bajo crecimiento económico, Argentina, Brasil y Colombia expresaron sus intenciones de regreso al organismo internacional de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), creado en 2008 con el objetivo de promover el diálogo y la integración de aquella zona del continente americano, y abandonado en la década de 2010 por posiciones ideológicas encontradas entre la izquierda y la derecha de los gobernantes en turno de cada país. 

Sin embargo, tal ruta podría no ser la indicada para el crecimiento suramericano, ya que a 15 años de creación de la Unasur los resultados tangibles son escasos, pues únicamente se han logrado desarrollar proyectos de infraestructura vial, como la Carretera Interoceánica que conectó la costa del Pacífico peruano con la del Atlántico brasileño en Sao Paulo. 

Por consecuencia, es pertinente considerar también la posibilidad de crear un nuevo organismo con los mismos objetivos de integración y desarrollo pero sin ceñirse solamente al intercambio comercial, como el Mercado Común del Sur (Mercosur), pues este último es insuficiente para consolidar un crecimiento económico sostenible.

Otro elemento fundamental en esta nueva organización debe hallarse en considerar, desde una base de diálogo y entendimiento, todas las manifestaciones del espectro político suramericano, pues, desafortunadamente, ante estas diferencias, todos los esfuerzos serios de acercamiento e institucionalización regional se han realizado cuando existe un periodo de consenso de izquierda o de derecha mayoritarias entre los gobiernos en turno, pero cuando tal ciclo cambia el progreso alcanzado se interrumpe o se revierte completamente.

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