¿Quién es Jorge?

Columnas Plebeyas

¿Quién es Jorge?, preguntaba en estos días el presidente Andrés Manuel López Obrador al evocar en la conferencia matutina la publicación de una persona, para muchos anónima, que daba respuesta a una cita publicada por el oligarca Claudio X. González en Twitter. Con su respuesta, Jorge hacía patente que la visión manipuladora de Claudio X. y de Catón, a quien citaba, no caía en blandito. Catón decía: “Yo no tengo por presidente a López. Él nos dividió a los mexicanos en dos grupos y yo quedé en el que no es de su propiedad”. Catón y Claudio X. hacían patente su voluntaria ceguera sobre la existencia de un México golpeado por la desigualdad, una desigualdad que estaban muy felices de promover sin nombrar, hasta que el terrible López lo hizo y la fiesta se acabó. Jorge, el ciudadano anónimo, respondió con una cachetada de realidad: “Antes estábamos divididos entre patrones que ponían presidentes y empleados que se jodían. Ahora estamos divididos en patrones que se joden y en empleados que ponen presidentes”. De un plumazo Jorge, el ciudadano anónimo, resume las razones por las que la oposición está moralmente derrotada y el presidente ha sido capaz de articular voluntades alrededor de un movimiento de transformación. 

Ni Claudio, ni Catón, ni buena parte de la oposición entienden o quieren entender quién es Jorge porque en el fondo parecen odiar la base misma de la democracia: tener que prestar atención al sentir y las necesidades de una mayoría.

Pero Jorge representa muchas cosas y se equivoca quien piensa que es un simple incondicional obnubilado. Al contrario, Jorge, como los cientos de miles que marcharon el 27 de noviembre, más los millones que no pudieron asistir, tiene memoria, tiene dignidad y una muy buena idea de lo que se le había arrebatado y hoy se le devuelve; la voz, por ejemplo. 

La presencia de Jorge y millones como el no representa un aplauso fácil, más bien el permanente recordatorio de que quien tiene posibilidad hoy de hacer no debe desviarse. Jorge es un muro de contención a la traición de una promesa en los liderazgos del movimiento que cree que mejor representa sus intereses y los del país y, aunque la traición puede presentarse en medio del eterno acecho de la ambición, los costos de hacerlo se han elevado. 

Hoy más que nunca, la respuesta a Jorge pasa por una acción congruente y firme, no por atoles o distracciones. Y sabe distinguir. 

También, hacia quienes atentan contra su derecho a decir, votar, o hacer valer su lugar dentro del marco democrático que lo reconoce como sujeto y no como moneda de cambio, la presencia constante de Jorge es un chicote, una voz ensordecedora que no deja pasar las arbitrariedades, las mentiras o los intentos de manipulación de quienes le quieren contar que hay que regresar a lo de antes.  

Jorge puede o no estar en Twitter, pero sin duda millones de Jorges o Lupitas están en las calles, son de carne y hueso y protagonizan un futuro que no quieren que se les vuelva a arrebatar a la mala. 

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