Por eso marcho

Columnas Plebeyas

Para mí es muy sencillo. 

Soy lesbiana, mujer y mi familia es interreligiosa. Sólo por existir en más de la mitad del mundo me matarían junto a mi familia. Y nada como un Mundial de Futbol para recordarme que eso a la afición de señores que celebra el gol que sea le importa un pepino.

Por eso marcho.

Porque por este proyecto de transformación hemos marchado, caminado, peleado, aprendido, discutido. Hemos peleado con la vida porque es la vida la que está en juego.

Y no, a la derecha conservadora no le importan las vidas como la mía y la de mi familia. Ni siquiera nos reconocen y nos han escatimado el derecho a existir con todo lo que han podido. Deja tú los demás derechos, como la vivienda, la salud o la educación: el derecho a existir. 

Por eso marcho. Porque defiendo a las familias. A todas, no nomás a unas. Porque para que mi familia exista no necesito que muera ninguna otra, al contrario. 

Por eso marcho y con ganas. 

Porque a la derecha le encanta echar para atrás los derechos ganados cuando llegan al poder, como en Estados Unidos, Italia, España, Brasil. Porque la derecha fomenta que las empresas controlen el desarrollo de un país o la vida de las personas, como en el caso de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), que decide sobre el derecho de los jugadores a manifestarse contra un sistema asesino, misógino y homofóbico. 

Por eso marcho y me organizo con las que se dejen.

Porque soy feminista de la cuarta transformación, chilanga y latinoamericana. Porque cuando una es parte de una tribu no le saca. Abraza, cuestiona, acompaña, educa, aprende, reclama, agradece. Porque me hubiera encantado que mi líder, ahora presidente, hubiese tenido un discurso progre, pero sus acciones han sido más progres que cualquier choro de activista, y con eso me calla la boca. Porque su corazón se ha educado y en las mañaneras ha condenado los crímenes de odio y la discriminación. Porque su corazón es noble y honesto y eso es lo más progresista del mundo.

Marcho porque mientras millones de personas gritan eufóricas en un Mundial y no les ofende que en el país anfitrión las mujeres no podamos ni tener la tutela de nuestros hijos, respiro y le doy besos a mis criaturas que se emocionan con los goles. Pienso si vale la pena explicarles que en aquella nación los matarían nomás por existir. Hoy no lo voy a hacer. No sé si es importante hacerlo hoy, pero no lo voy a hacer.

Por eso marcho con el presidente, porque para mí la discriminación y la desigualdad son dolores de todos los días.

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