Cuando se hace referencia a que las políticas públicas y programas de gobierno se deben de construir con perspectiva de género, nos referimos a que se tienen que aplicar diversas metodologías para lograr que las acciones de los gobiernos y de las autoridades cumplan con esa valoración diferenciada de los impactos que se provocan entre los hombres y las mujeres, teniendo como meta de la acción pública el garantizar la igualdad sustantiva y el avanzar en conseguir la igualdad estructural.
Desde esta visión se han sentado las bases para la sistematización y la construcción teórico metodológica de lo que se ha denominado el gender mainstreaming o género en el mainstream o mainstreaming de género. Esta metodología desarrolla un abordaje de las políticas públicas en general desde una propuesta de políticas tendientes a lograr la igualdad como efecto positivamente transformador en las relaciones de género.
Sin embargo, algunos diagnósticos sobre el impacto de las políticas de igualdad que se vienen realizando en ciertos países, sobre todo europeos, han arrojado luces sobre el carácter incompleto de los efectos esperados en la transformación de las relaciones de poder entre los géneros, pese a que las políticas que se han puesto en marcha se han diseñado con arreglo a lo que hasta el momento la teoría y la doctrina planteaban, y a que la perspectiva de género se ha convertido en una acción prioritaria de muchos gobiernos.
Cuando la dimensión de las acciones de gobierno y de las políticas públicas incluyen no sólo el discurso y el compromiso por la igualdad, sino además adecuaciones para provocar un cambio sustantivo en las relaciones de poder, se les reconoce entonces como políticas génerosensitivas o géneroinclusivas, pues integran de forma transversal la perspectiva de género en todos los programas de gobierno, con miras a lograr un reajuste relacional entre los géneros, acciones insertadas en la gran plataforma que se construye desde el mainstreaming de género.
Ello está dando lugar a que se insista en el aspecto transformador de las políticas públicas y a la identificación de su ejecución en “asuntos” de género que resultan ser muy críticos respecto a las relaciones de poder.
Esta posición crítica ha dado pie a desarrollar una nueva denominación para las políticas alineadas al enfoque de género: las políticas génerotransformativas, para enfatizar ese propósito (justamente el de la transformación) y para que no queden sólo en la modificación de algunos tipos de necesidades e intereses diferenciales en las relaciones de los géneros, sino que tengan el alcance global que se desea en el cambio social verdadero, una real transformación de la sociedad, así como de sus desigualdades.
Esta última visión, mucho más crítica y analítica, es la que resulta indispensable incorporar en todas las plataformas políticas partidistas, así como en los programas de gobierno que elaboren las y los candidatos a ocupar un puesto de elección popular en el actual proceso electoral que se desarrolla en México, particularmente para quienes desde la izquierda apostamos a una transformación profunda de las condiciones de desigualdad, que nos han impedido alcanzar una tan anhelada justicia social.