Niñez migrante

Ensayos

Entre las niñas, niños y adolescentes cabe preguntarse dónde encontramos los más altos grados de exclusión. En México, el  24 por ciento vive en comunidades de menos de dos mil 500 habitantes, muchas veces en condiciones de pobreza. Hay también quienes vienen caminando de otros países, enfrentando selvas, desiertos y peligros, escasez, violencias. 

Aquí, no obstante, queremos referirnos a los invisibles: la niñez que se traslada de un estado o comunidad a otra, acompañando a sus familias en busca de un empleo; es decir los menores migrantes internos. 

Una parte importante de los campesinos se emplea como jornaleros, incluso si tienen tierra, pues muchas veces es de temporal y produce poco. Esto los lleva a trasladarse a zonas donde hay gran producción agrícola o agricultura de exportación. Recorren grandes distancias y son capaces —por ejemplo en San Quintín, Baja California— de crear municipios a partir de su presencia y permanencia. Tradicionalmente, de Guerrero, Chiapas, Oaxaca, las familias se trasladan a Sinaloa, Sonora, Tamaulipas para siembra y cosecha, permanecen meses en condiciones muy precarias; hay población rarámuri que viaja de Chihuahua en tren a buscar trabajo en el cultivo de la papa sinaloense. Mismamente llegan a los campos de Michoacán y luego a Veracruz.

Las niñas y niños que acompañan a los jornaleros son también usados en los campos, por ejemplo en la cosecha de bayas, pues sus manitas pequeñas son más suaves y además rápidas, porque están cerca del suelo. Sus cuerpecitos quedan todos impregnados de agroquímicos. 

Supe de ellos en una situación extrema en Juan José Ríos, Sinaloa: una epidemia de neumonía tenía a varios hospitalizados. El gobierno del estado, a través del sistema del Desarrollo Integral de las Familias (DIF) actuó rápidamente, coordinado con la oficina municipal de Guasave. Esto permitió que notáramos cómo viven cuando llegan a Sinaloa: en cuarterías, como corroboró el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), es decir, espacios insalubres rentados a particulares donde se ven obligados al hacinamiento, abusos, higiene deficiente, adicciones. Esto, claro, contraviente la Ley Federal del Trabajo, que responsabiliza a las emrpesas agrícolas de proporcionar alojo y centros de primera infancia. 

¿Por qué los padres llevan a los menores al campo? Porque no tienen dónde dejarlos. Una base de un sistema nacional de cuidados debería ser la creación de centros de primera infancia para niñez migrante interna, como ha planteado la presidenta Claudia Scheinbaum. En la creación de estos centros deberían participar los niveles federal, estatal y municipal del gobierno, en colaboración con las empresas.

¿Y qué pasa con los adolescentes? En San Quintín, Baja California, me explican, es mejor que los adolescentes vayan a los campos porque si se quedan en el municipio (de muy reciente creación, por cierto) los recluta el crimen organizado. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social formula un prontuario que establezca condiciones de empleo a partir de los 15 años, perfilando la protección al desarrollo de los menores y oportunidades para estudiar.

En tanto, en la industria maquiladora, por ejemplo en Ciudad Juárez, Chihuahua, o Tecate, Baja California, la situación es diferente. Padres y madres trabajadores tienen que dejar a sus hijos: entran a las cuatro o cinco de la mañana a trabajar, lo que los obliga a encargar a los menores a algún vecino, esto agudizado por el hecho de que son  migrantes y sus familias se quedaron en las comunidades de origen. Las empresas carecen de los centros de primera infancia que deberían tener, pues sus ganancias se lo permiten. 

Este 2024 los empleados de maquila se contabilizaron en más de 3,3 millones, la cifra más alta desde que existen registros disponibles, además de aumentar en 109 mil plazas en relación con el año anterior. El DIF impulsa centros de primera infancia en Ciudad Juárez y Tecate, que inician operaciones a las cuatro de la mañana. ¿Pero cuántos niños en estas condiciones carecen de las mínimas atenciones y cuidados? Es frecuente que queden solos en sus hogares o bajo el cuidado de los hermanos mayores.

En cuanto al ámbito turístico, es impresionante llegar a Los Cabos, en Baja California, para notar que la mayoría de trabajadores de lso hoteles de mayor lujo proviene de Guerrero y vive en condiciones precarias: casas de trapo, lámina y palos, que con facilidad arrastra el viento, edificadas sobre dunas de arena. Mientras el gobierno estatal y el DIF voltean a verlos, la presidenta Sheinbaum eligió comenzar su programa nacional de vivienda con ellos.

Con una industria turística en expansión, concentra casi seis millones de trabajadores. Sus condiciones son un poco mejores que las de los jornaleros, pues cuentan con seguridad social muchas veces; sin embargo, se exponen a jornadas muy largas, extenuantes.

En el desarrollo inmobiliario Villas Otoch Paraíso, de Cancún, donde los habitantes pagan por el hacinamiento, hay menores que portan una llavecita colgada al cuello para volver a sus casas después de la escuela, pues sus padres demoran hasta la noche para llegar a casa.

Ahí se vuelve fundamental la atención, como los centros de primera infancia, pero también mediante centros comunitarios que propongan alternativas a las calles. 

En las comunidades es muy importante la red de cuidados, por eso muchas veces los habitantes se resisten a enviar a los bebés a centros de primera infancia. La red es familiar y comunitaria. En una escena en Chiapas comprendo: va a comenzar una reunión y hay mucho ruido de menores afuera, sin embargo, nadie piensa en callarlos: son sonidos que, como el de los pájaros, forman parte de su naturaleza. Esto, sin embargo, se complica para los migrantes internos, pues viajan a sus espacios de trabajo y sus redes de apoyo se quedan en la comunidad.

Por eso los cuidados deben ser también responsabilidad del Estado. Cuidar es una tarea de paz, lo que vuelve necesarios los espacios de cuidado para los migrantes internos y para toda la ciudadanía, y recuerda la relevancia de iniciativas como los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (Pilares) y las Utopías, que operan en la Ciudad de México. 

Hablamos de oportunidades de dinamismo que defienden una vida más fraterna y alegre. 

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