La historia de la última dictadura en Argentina es parte de toda América Latina. Con México, por ejemplo, la situación se conectó a través de la política de asilo que fue brindada a los miles de exiliados. Sin embargo, existen muchas zonas grises sobre esas vinculaciones que todavía no conocemos bien. Una de ellas es la historia de las mexicanas que desaparecieron bajo la represión del Estado terrorista argentino y que no fueron objeto de denuncia desde el gobierno mexicano.
Cristina Calceta Marull tenía 20 años cuando fue desaparecida en Santa Fe. Ella era hija de argentinos que se habían exiliado en México como consecuencia del golpe de Estado que en 1955 derrocó al presidente Juan Domingo Perón. Cristina nació en México y cuando sus padres regresaron al país comenzó a estudiar antropología en la Universidad Nacional de Rosario. Ella fue una auténtica argenmex, aunque el concepto se tardaría una generación más de exilios en aparecer.
Cristina estaba en pareja con Yves Marie Alain Domergue, un francés de 22 años que también era estudiante universitario. Los dos eran militantes del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) y fueron secuestrados en septiembre de 1976, asesinados y enterrados como NN en un pequeño pueblito llamado Melincué. Luego de 34 años, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) logró identificar los cuerpos gracias al activismo de familiares, organismos de derechos humanos y de la comunidad local.
María Lourdes Martínez Aranda tenía 28 años cuando fue secuestrada junto a su esposo y su hijo. Ella era mexicana y estaba en pareja con Francisco Luis Goya, un argentino militante de la Juventud Peronista y de la organización Montoneros. Francisco salió de la cárcel al exilio, parando primero en Perú en 1975 y luego en México, en donde conoció a María Lourdes. La vida juntos los llevó a España y a ampliar su familia, pues el 31 de julio de 1979 nació Jorge Guillermo, español y mexicano, registrado en la embajada de México en Madrid.
En julio de 1980, Lourdes, Francisco y el pequeño Jorge Guillermo fueron detenidos en Mendoza, cuando intentaban cruzar la frontera chileno-argentina, en el marco de la operación de Montoneros llamada “Contraofensiva”. En ese momento, el niño fue apropiado por un ex suboficial de inteligencia que lo mantuvo secuestrado en el destacamento 144 de inteligencia del ejército y que lo registró en la provincia de San Juan con el nombre de Carlos Alberto Tejada. Gracias al trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo, en 2008 Jorge Guillermo pudo recobrar su identidad, pero no a sus padres, que continúan desaparecidos.
México sufrió la desaparición de Cristina, María Lourdes y Jorge Guillermo, pero, como anticipé, esto no fue denunciado por el gobierno mexicano de la época. Por supuesto, ¿por qué lo haría si para entonces llevaba adelante un esquema represivo similar fronteras adentro, en la llamada “guerra sucia”? Las respuestas no son tan sencillas, pero podemos señalar que la historia del México de la década de 1970 no puede restringirse a lo que pasó en el orden interno ni al discurso oficial que lo presentaba como un país protector de perseguidos políticos. Son muchísimas las historias de los desaparecidos en México y de los mexicanos desaparecidos fuera del país que pueden caer en el olvido. Cada una es importante. Todas juntas pueden forjar un futuro con memoria.