Ya comenzó el proceso interno en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para la Ciudad de México. El 29 de setiembre se definieron los cuatro perfiles que aspiran a dirigir los comités en defensa de la 4T en la capital del país. Como habitante de la ciudad que soy, en los siguientes párrafos analizaré los cuatro perfiles que finalmente quedaron y trataré de compararlos con los cuatro ases de la baraja francesa.
En primera instancia revisemos el perfil de Mariana Boy. Su apellido quizás les suene por ser hija de Tomás El Jefe Boy, uno de los mejores futbolistas que han militado en el fútbol mexicano. También les sonará porque en 2018 fue candidata del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) a la jefatura de gobierno. Es licenciada en derecho y maestra en administración pública por la Universidad Anáhuac. Los cargos públicos que ha obtenido han sido bajo el cobijo del Verde. Primero fue directora general de Fomento Ambiental Urbano y Turístico dentro de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) desde 2016 y a partir de 2018 Claudia Sheinbaum la invitó a encabezar la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial.
Es una mujer que ha demostrado seriedad y capacidad técnica en sus cargos. Además, en modo alguno podría decirse que carece de simpatía. No obstante, para quienes se asumen afines a la 4T hace falta destacar que es un perfil de procedencia externa al movimiento. Por lo mismo, representaría más los intereses del PVEM que los del movimiento de transformación en su conjunto. No está de más preguntarse si darle a ese partido, que ha demostrado una y otra vez su pragmatismo, aún más incidencia en las estructuras de gobierno es lo más deseable para continuar con un proyecto de izquierda en la Ciudad de México. Mariana Boy, pues, es el as de tréboles, pues representa los intereses del verde, como esa planta.
En segunda instancia veamos a Omar García Harfuch. Es descendiente de una estirpe de altos mandos en los ámbito castrense y policial: su abuelo fue secretario de la Defensa durante la administración de Gustavo Díaz Ordaz y gobernador de Jalisco por el Partido Revolucionario Institucional (PRI); en cuanto a su padre, fue titular de la infame Dirección Federal de Seguridad (DFS, la policía política del régimen) en plena guerra sucia y diputado federal, también por el tricolor. En modo alguno su procedencia familiar puede considerarse un condicionante de su actuar en política, aunque sí es un factor explicativo en su trayectoria social y política.
Harfuch tiene dos licenciaturas, una en derecho y otra en seguridad pública, y ha cursado varias especializaciones en los Estados Unidos: Harvard, el Buró Federal de Investigación (FBI, por su sigla en inglés) y la Administración para el Control de Drogas (DEA, también por su sigla inglesa). A pesar de reprobar los exámenes de confianza de la policía en su momento, de acuerdo con filtraciones de Guacamaya, ha tenido una brillante y meteórica carrera en las fuerzas policiales de nuestro país, ocupando puestos de dirección desde sus 26 años. Se ha desempeñado como secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX. A pesar de mantener, por cuestiones de seguridad, en secreto su vida privada, se sabe que tuvo, y tal vez siga teniendo, una relación sentimental con Ninfa Salinas Pliego, hija del magnate dueño de Elektra y Tv Azteca, conocido evasor fiscal y promotor de la ultraderecha en nuestro país.
Omar García Harfuch ha sido un funcionario público eficiente: las cifras lo respaldan. Sin embargo, vale la pena señalar que nombrar un perfil similar en un movimiento de izquierda sería atípico, por decir lo menos. Además de que pesan sobre él las sospechas de estrechas relaciones con los criminales Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino, así como de participar en la fabricación de la llamada verdad histórica del caso Ayotzinapa. Además, el hecho de ser o haber sido yerno de Salinas Pliego permite entrever que se trata de un hombre dispuesto a, literalmente, casarse con la oligarquía.
So pretexto de pragmatismo, de atraer el voto de las clases medias preocupadas por su seguridad, se ha propuesto su candidatura como la mejor opción a pesar de la marginalidad del sector que podría llegar a votarlo a él y no a otros candidatos. Vale la pena preguntarse si un perfil como el suyo es el adecuado para seguir profundizando la transformación en la ciudad. Harfuch es el as de picas, asociado con la nobleza militar y, a menudo, con la muerte.
En tercera instancia veamos el perfil de Clara Brugada. Es licenciada en economía por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y presenta una larga trayectoria como militante de izquierda: primero, como líder social defendió diversas causas en el oriente de la CDMX, se unió al Partido de la Revolución Democrática (PRD) en 1995, donde inició su carrera en la política partidista, y ha militado en Morena desde su fundación. Ocupó varios cargos de elección popular, entre ellos la titularidad de la alcaldía Iztapalapa en tres ocasiones. Fue la alcaldesa mejor evaluada de la ciudad, gobernando su demarcación territorial más poblada. Asimismo, es quien ha movilizado mayor cantidad de recursos y bases para promocionar su figura.
En su última administración ha demostrado su vocación de izquierda con múltiples proyectos que buscan la inclusión social y la promoción de la cultura en los sectores humildes de la capital. Es un gran perfil para profundizar la transformación. Clara Brugada sería el as de diamantes, por la firmeza y claridad que la caracterizan como política, mismas que definen a esa piedra.
Finalmente, analicemos el perfil de Hugo López Gatell. Estudió medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y tiene un doctorado en epidemiología por la Universidad Johns Hopkins. Si bien es conocido principalmente por los cargos técnicos que ha desempeñado en el sector salud, también tiene una larga trayectoria militando en la izquierda mexicana: a muy temprana edad estuvo en el Consejo Estudiantil Universitario (CEU), donde participó en la lucha estudiantil, además de formar parte de campañas de alfabetización.
Como subsecretario de Promoción y Prevención de la Salud, en la Secretaría de Salud federal, su desempeño se ha caracterizado por tres grandes sellos. En primer lugar, destaca su campaña en contra de la comida basura y las bebidas azucaradas, cuyo pináculo sería la ley de etiquetados frontales. En segunda instancia, supo enfrentarse al saqueo de las grandes empresas farmacéuticas en beneficio del erario. Tercero, ha destacado en los medios principalmente por ser la cara pública y paciente del gobierno federal en su estrategia frente a la pandemia de covid-19.
Es, sin lugar a duda, el perfil más golpeado por la prensa conservadora, con ríos de tinta dedicados a su desprestigio, so pretexto de un manejo irresponsable del coronavirus. Esto, simultáneamente, lo hace el candidato con la piel más gruesa. Ha demostrado que es capaz de enfrentarse a gigantescas constelaciones de intereses, algo indispensable para profundizar la 4T en una capital acechada por especuladores inmobiliarios y empresas con pretensiones monopólicas. López Gatell es el as de corazones, puesto que el corazón es símbolo de salud, además de que ha demostrado su capacidad de luchar a capa y espada por el bienestar cardiovascular del pueblo de México.
El as de corazones es el único capaz de hacerme dudar seriamente si la ruta es tan clara como la pintan cientos de bardas capitalinas.