Kursk, enroque histórico

Columnas Plebeyas

Este 7 de septiembre se cumplió poco más de un mes de la incursión militar ucraniana desde la región de Sumy al territorio ruso de Kursk, en una ofensiva de la que la prensa occidental pro-Kiev rápidamente destacó su “sorpresa” e “inminente punto decisivo para ganar la guerra contra Rusia”.

Lo anterior, como cualquier estrategia suicida previa del gobierno del presidente Volodímir Zelenski, también sirvió únicamente para apuntalar su cada vez más disminuida ventaja en la guerra mediática contra Rusia, tal como con la altamente pregonada “ofensiva de verano” de 2023, sin mencionar los cientos de miles de millones de dólares entregados por Estados Unidos, junto con 32 países satélite, por medio del brazo armado de Washington en Europa: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Desafortunadamente, para el gobierno de Kiev esta última estrategia ha generado, al momento de escribir estas líneas, resultados mínimos, que podrían resultar irreversibles a largo plazo, al emplear tropas en buena calidad y cantidad, y obligar a hacer lo mismo a los uniformados rusos en dirección a Kursk, para liberar presión a lo largo de todo el frente este (Zaporizhia, Donetsk y Lugansk).

El mediáticamente elogiado avance ucraniano ha logrado solamente penetrar 10 kilómetros el territorio ruso y capturar un pueblo de 5 mil personas, algo que no pasaba desde la Segunda Guerra Mundial, en la cual entre 1941 y agosto de 1943 tropas alemanas ocuparon toda la región y libraron una batalla decisiva que culminaría dos años después con su derrota en el frente oriental, y la captura de Berlín por fuerzas soviéticas en mayo de 1945.

Por lo tanto, si el régimen de Kiev piensa que la historia está de su lado ante este evento de curiosidad y coincidencia histórica, es preciso que desempolve un par de libros, pues la última vez que esto pasó Rusia no acabó como el vencido, y las muestras comienzan a hacerse presentes 81 años después, ya que lejos de liberar presión en las zonas mencionadas, en los últimos días parece ser que todo el frente comienza a colapsar bajo el avance de las tropas rusas.

Derivado de lo anterior, el 3 de septiembre las líneas de defensa ucraniana seguían en retroceso, logrando liberar del alcance de fuego de artillería a la ciudad de Donetsk, la cual desde 2014 sufre bombardeos contra civiles del régimen nazi de Petró Poroshenko, y ahora, gracias al genio táctico de Zelenski, se encuentra al menos a salvo de esa constante y mortal amenaza.

Independientemente de los efectos inmediatos y posteriores que este evento ha generado, y los desenlaces que pueda traer, Kursk parece convertirse en uno de esos enroques históricos, en un muy caprichoso, pero no por ello menos interesante, devenir. 

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