Internacionales desbalances riesgosos

Columnas Plebeyas

En las relaciones internacionales, entendidas de manera sucinta como toda interacción entre sujetos y actores en el escenario global, dominan dos elementos fundamentales: el conflicto, representado principalmente por el fenómeno de la guerra, y la cooperación, encarnada por la negociación, cuya principal herramienta es la diplomacia.

Al menos para el caso europeo, tuvieron que pasar muchos siglos y guerras concomitantes para establecer una especie de arreglo interestatal en el siglo XVII, que conocemos hoy como derecho internacional, comprendido como las normas de regulación del comportamiento en las relaciones internacionales.

Además de la codificación e institucionalización de aquella rama del derecho, y por efecto de los execrables desbalances hacia el conflicto en el mundo geopolítico de los siglos XIX y XX, se inició un proceso adicional de reforzamiento de la cooperación por la vía diplomática para solucionar controversias mundiales. Es así como aparece en 1963 la Convención de Viena para las Relaciones Consulares, firmada actualmente por 182 de los 193 países que conforman el sistema de las Naciones Unidas (ONU).

Desafortunadamente, recientemente hemos visto dos casos que representan precedentes preocupantes y vulneran el antes mencionado instrumento de manera considerable: por un lado el bombardeo israelí a la embajada de Irán en Damasco, que causó la muerte de siete funcionarios diplomáticos iraníes y ha elevado las tensiones ya de por sí altas en el Medio Oriente. Por otro lado, la irrupción de fuerzas de seguridad ecuatorianas para agredir a personal diplomático mexicano durante un operativo que priorizó capturar al ex vicepresidente Jorge Glas, operativo que generó la suspensión de relaciones diplomáticas entre México y Ecuador.

En ambos casos es evidente el flagrante irrespeto tanto a la Convención de Viena como al propio derecho internacional, y exponen un patrón de conducta que debe ser sancionado, o al menos rechazado tajantemente por la totalidad de los miembros del actual sistema internacional estatal.

De no suceder lo anterior, estaríamos evidenciando el surgimiento de una peligrosa tendencia de comportamiento exterior. Ante una sanción nula a los infractores de arreglos, será validada la impunidad, lo que, lejos de abonar a la cooperación y al diálogo pacífico entre los integrantes de la sociedad internacional, generará un nuevo desbalance tendiente al conflicto.

En tal margen, el empleo de la fuerza impera en las relaciones internacionales y sus resultados más palpables son las guerras regionales y mundiales, en las que siempre un selecto grupo gana mientras el grueso de la sociedad pierde.

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