Uno de los legados más importantes de la llamada cuarta transformación ha sido dejar claro que gobernar desde una perspectiva humanista y bajo el principio de justicia social no sólo es posible, sino necesario, para poder combatir la desigualdad y erradicar la pobreza. Existen múltiples acciones que el actual gobierno implementó para incrementar el bienestar de los y las mexicanas, pero sin duda el aumento del salario mínimo ha sido de los más significativos.
Un salario justo dignifica la labor de los trabajadores. Desde el inicio del sexenio a este 2024, el salario mínimo pasó de 88.36 a 248.84 pesos, un aumento del doble en términos reales. Una remuneración adecuada dentro de un contexto económico estable y sólido tiene un impacto social importante, pues se construyen los primeros pasos para cerrar las brechas profundizadas por la desigualdad de ingresos. Al brindar mayores oportunidades para garantizar el goce de una vida digna, la cuarta transformación ha demostrado con hechos y resultados que sólo priorizando las necesidades del pueblo es posible consolidar un país con prosperidad, cada vez más justo y pacífico. Sobre esto último, en la Ciudad de México ocurrió un diferenciador que vale la pena analizar.
La doctora Claudia Sheinbaum, cuando era jefa de gobierno de la capital del país, estableció en el marco de su estrategia de seguridad un eje que ha cobrado una relevancia importante: Más y mejor policía.
Para establecer sociedades pacíficas, sin duda es necesaria una visión social; ahí, la participación de la policía es igual de fundamental. Aunque es verdad que la resolución de los problemas de inseguridad no depende exclusivamente de la labor de los uniformados, resulta innegable que cualquier estrategia de seguridad eficaz debe contemplar su contribución, pues las emergencias que atienden no sólo están relacionadas con delitos, sino que también abarcan áreas como la protección civil, movilidad, gestión de protestas sociales, manejo de conflictos y la prestación de primeros auxilios médicos y psicológicos en situaciones donde aún no han llegado las autoridades especializadas. Ahora bien, la mencionada administración se enfrentó a una problemática de años: existía una alta y legítima desconfianza de la ciudadanía hacia la labor policial.
Fue así que se implementaron acciones para capacitar y profesionalizar a los cuerpos de seguridad, transversalizando las perspectivas de género y de respeto a los derechos humanos en cada etapa de su formación. Se desarrollaron capacidades para proporcionar una atención más sensible. Se creó la carrera policial basada en el mérito, lo que le garantiza a cada policía de la ciudad no sólo contar con las condiciones laborales adecuadas para realizar su trabajo, sino también con oportunidades para crecer profesionalmente dentro de la institución.
Asimismo, desde 2018 se ha incrementado en 9% anualmente el salario bruto de los elementos. La remuneración obtenida por un policía raso pasó de 11mil 144 a 18 mil 690 pesos, lo que representa un incremento total de 68 por ciento. Esto tiene mayor impacto si se considera que la policía de la Ciudad de México es la fuerza policial más grande de Latinoamérica, con cerca de 80 mil integrantes.
Si bien aún queda mucho que hacer, no podemos decir que la policía siga siendo la misma que hace seis años, pues hay resultados que arrojan cambios. Combinando el fortalecimiento de la profesionalización con la mejora de condiciones laborales, se ha podido consolidar una policía más eficiente: tenemos los ya conocidos avances en los índices de seguridad, pero también el incremento del 33 por ciento en la confianza ciudadana y la reducción en 37 puntos porcentuales de la percepción de inseguridad capitalina. Este indicador ha alcanzado su punto más bajo desde que se comenzó a registrar, disminuyendo de un 92.3 por ciento a principios de 2018 a un 55.3 al concluir el 2023. Esto muestra que el enfoque social en materia de seguridad ha funcionado.
Al incorporar por primera vez a la policía en un plan de gobierno con perspectiva social a través del enfoque humanista de la cuarta transformación, Sheinbaum dignificó la labor policial. En un proyecto en el que se trabaja por el incremento del bienestar, no puede dejarse a nadie atrás, lo que incluye también a la parte del pueblo de México que porta con orgullo el uniforme con el que se dedica a salvaguardar la vida de los demás. De eso también se trata la justicia social.