Claudia Sheinbaum: Presidenta

Columnas Plebeyas

Antes de iniciar con una breve reflexión sobre el libro de Arturo, quisiera compartir con ustedes algunas cosas que un puñado de amigos suyos de décadas me platicaron sobre él. La constante que encontré fue el elogio a su trayectoria y honestidad intelectual. “Un gran escritor”, “una pluma brillante”, “pocos periodistas como Arturo”, me dijeron cuando pregunté por él.

Me contaron que escribió –junto con otros periodistas– un libro sobre Salinas de Gortari que ya no se puede encontrar en librerías, pero que uno de sus viejos amigos –hoy aquí presentes– me mandó una imagen del índice, que mostraba la genialidad de los títulos con los que estructuró su capítulo. Arturo es, sin lugar a dudas, uno de los periodistas más relevantes y respetados de nuestros tiempos y este libro hace justicia a su trayectoria majestuosa. Tengo el enorme honor de estar a su lado hoy presentando su libro: Claudia Sheinbaum, Presidenta.

Empiezo con una de las preguntas que sé que se hizo el autor: ¿Quién es Claudia Sheinbaum?

Esta es una pregunta con enorme relevancia en el contexto político en el que nos encontramos actualmente, pues, si hoy fueran las elecciones, las probabilidades de que Claudia Sheinbaum se convirtiera en la primera presidenta de México son enormes.

La verdad es que, fuera de la funcionaria y la académica, la vida de la ex jefa de gobierno guarda cierto misterio. Su profesionalismo y serenidad no siempre dejan ver lo que hay detrás; en eso radica el valor de este libro. Arturo Cano logró lo que había sido imposible para otros periodistas y comunicadores: nos mostró a otra Claudia, con sus memorias y sus anhelos.

Algunas reflexiones

En un relato tan lúcido que logra trasladarnos al lugar, Arturo narra, por ejemplo, cuando acudió a documentar una de las audiencias públicas en las que la jefa de gobierno personalmente solía atender peticiones.

Son mujeres y hombres con algo en común: cargan papeles, en folders o pequeñas bolsas, documentos que cuidan cual bebé en brazos, con sus peticiones, en un acto que para muchos es el último recurso para ser escuchados por las autoridades.

Por lo que cuenta Arturo en el resto del relato, podemos ver que, hasta en la logística de la audiencia, hay evidencia de lo minuciosa que es la ex jefa de gobierno –¡hay hasta Kleenex para quien necesita llorar ahí!–.

Cierro este relato con una cita más:

[Magdalena…] se acerca a la jefa de Gobierno. Como varios de los que asisten, le piden una foto y sonríe a su lado mientras le recuerda su petición.

Decidí tomar esta historia porque muestra en pocas líneas varios atributos de Claudia Sheinbaum que sirven para entender la manera en la que ve el servicio público:

  1. Cálido y cercano a la gente.
  2. De cara al pueblo, ante todo: como jefa de gobierno hacía conferencias diarias e iba a una audiencia por semana. Como alcaldesa de Tlalpan acudía a audiencias públicas tres veces por semana.
  3. Eficiente y práctico: más adelante, Arturo relata que ella misma diseñó en su computadora la estrategia de vacunación de la CDMX –la más eficiente del país–, por poner sólo un ejemplo.

Otro tema más. Por lo menos en lo que mi memoria me permite registrar, no hay entrevista en la que Claudia Sheinbaum hable tan abiertamente acerca del balance de las elecciones intermedias en 2021. Arturo lo vuelve a lograr y la doctora Sheinbaum muestra que tiene bien analizado lo que sucedió:

[…] hubo un exceso de confianza y falta de unidad, así como otros factores externos que provocaron el resultado electoral.

Los relatos de esta y otras autocríticas que comparte nos dejan ver que es una mujer que analiza y estudia a fondo sus errores para poder mitigarlos o erradicarlos.

Hablemos de su proyecto de nación

Una de las desventajas de las leyes electorales actuales es que no se puede hablar de propuestas abiertamente durante los recorridos de los y la aspirante a coordinar los comités de defensa de la Cuarta Transformación. Mucho se puede asumir analizando sus trayectorias en la vida pública, pero si además leemos con atención este libro, podemos esbozar una idea bastante clara de lo que podemos esperar.

Cuenta el libro que, en su época dorada como estudiante, inmediatamente después de su ingreso al CCH, se unió a su primera lucha social: el movimiento de los estudiantes rechazados.

Es notoria la pasión que le provoca la educación pública. Más adelante retomo este tema para vislumbrar cómo también es una de las herramientas que usa para politizar. Pero hablando estrictamente de su gestión, aquí en la CDMX nació el programa La escuela es nuestra, que hoy se aplica a nivel federal; construyó universidades públicas en la ciudad, lo cual no sucedía desde el sexenio López Obrador y universalizó las becas que antes sólo llegaban al 10% de los y las niñas, entre otras políticas públicas para mejorar el sistema de educación público –incluyendo dejar de obligar a las niñas a usar falda en los uniformes de escuelas públicas­–

Más adelante en el libro, relata que está haciendo cuentas para ver cuánto costaría replicar el programa universal de becas de la CDMX a nivel federal. El cálculo es de 300 mil millones de pesos, algo parecido a lo que se invierte en los adultos mayores.

Lo anterior, lo discute en el contexto de una posible reforma fiscal. El viernes el Periódico Reforma, paradójicamente, buscó criticarla por, según ellos, no querer hacer una reforma fiscal. El mundo al revés. Pero lo más relevante es su visión en materia fiscal. Sheinbaum explica la lógica detrás de la decisión de López Obrador de no haber incrementado impuestos, que se resume a dos preguntas:

  1. ¿Para qué vamos a cobrar más si ni siquiera podemos cobrar lo poco que la ley permite?
  2. ¿Cómo vamos a cobrar más cuando la gente lleva viendo que sus impuestos acaban en aviones que no tiene ni Obama y Casas Blancas en las Lomas?

Como dice la doctora Elvira Concheiro, necesitamos salir del fetiche de la reforma fiscal. Ni la derecha, que cree que bajo ninguna circunstancia se debe hacer, ni cierto sector de la izquierda, que considera que es la única vía para consolidar un gobierno de izquierda.

Hay matices que vale la pena explorar. No hay mayor prueba de esto que lo sucedido en este sexenio: se hizo, en los hechos, una reforma fiscal. La ex jefa de gobierno nos deja ver que sí está abierta a una reforma fiscal, siempre y cuando se haya agotado el margen que nos otorga el marco legal actual.  

A lo largo del libro van quedando muy claras las similitudes con el proyecto del presidente y también algunas diferencias. Ahondo en algunas de las cosas que coinciden: modelo económico. La ex jefa de gobierno toca tres ejes en específico:

  1. Impulso de la economía popular, la cual contradice el dogma neoliberal que afirmaba que “si llueve arriba, gotea abajo”;
  2. Combate a la corrupción como estrategia para atraer inversión extranjera directa y que ésta sea redistribuida para generar bienestar; y
  3. Disciplina fiscal

Esto debería dar tranquilidad a cualquier economista –conservador o no– pues, bajo cualquier métrica, el modelo económico aplicado este sexenio ha arrojado mejores resultados que cualquier sexenio del periodo neoliberal.

Un tema de coincidencia más. Arturo también nos deleita con un relato sobre el papel protagónico de Sheinbaum en los debates sobre la propuesta de reforma energética de Calderón y las protestas en defensa de la soberanía de las Adelitas, que también encabezó.

Por si aún no quedaba claro­– la soberanía energética –y probablemente la soberanía nacional en un sentido más amplio– serían ejes fundamentales en su visión de país.

Hay otras coincidencias con el presidente que podemos leer en el libro, pero, como mencionaba, también algunos matices. La relación con los académicos y el manejo de ciertas políticas durante la pandemia, por listar dos.

Regreso brevemente a la educación pública. El libro nos recuerda dos conversaciones que nacieron en la CDMX y se viralizaron a nivel nacional. Ambas muestran de manera muy clara que hay un país polarizado y politizado. Lo primero ha sido una constante en nuestra historia, pero lo segundo es un triunfo del movimiento de la Cuarta Transformación.

En esta politización vimos cómo las redes sociales explotaban cuando Sheinbaum envió la iniciativa de reforma constitucional al congreso local para convertir su programa emblemático, Mi beca para empezar, en un derecho constitucional, así como cada vez que había un concierto gratuito en el Zócalo.

Lo primero sacó a la luz el mito de la meritocracia en los niños y niñas –porque hay que decirlo tal cual es, no hay evidencia empírica de que exista la meritocracia, mucho menos en menores de edad–. Así como una serie de estereotipos clasistas sobre el destino de las becas: “lo usarán en alcohol, drogas y comida chatarra”.

Los conciertos gratuitos nos llevaron a otra discusión importante: la cultura como un derecho. Pareciera que a cierta élite le molestó que la gente que no puede pagar $10,000 para ver a Rosalía, la pudiera ver de manera gratuita con el Zócalo a reventar.

Arturo logra que dos temas profundos y complejos –meritocracia y acceso público a la cultura– se entiendan de manera clara mediante los relatos que nos regala en sus páginas.

Cierro este análisis con una cita de Sheinbaum que recoge el libro de una de las entrevistas y que muestra su visión de país:

…el sentido de izquierda tiene que ver, número uno, la construcción de los grandes derechos del pueblo, y por ello la importancia del Estado, en el sentido de garantizar esos derechos. Segundo, la izquierda democrática, porque también hay izquierdas autoritarias… y [tercero,] al mismo tiempo el bienestar de la gente.

Antes de terminar, me gustaría tocar brevemente un tema más: las mujeres.

Sheinbaum tuvo interés en las mujeres pobres desde que era estudiante. Su tesis de licenciatura estuvo relacionada con medir la cantidad de leña que usaban las mujeres en las casas para después hacer estufas que eficientaran el uso de la leña y mejoraran la vida de las mujeres y sus hijos e hijas en Michoacán.

Más adelante, en plena maestría, Sheinbaum tuvo a su hija y se enfrentó a lo que millones de mujeres nos enfrentamos: dobles jornadas, la complejidad de la maternidad y el agotamiento que genera balancear la crianza y la vida laboral o profesional. Todas las madres podemos vernos en el espejo cuando vemos otra mujer que está pasando –o pasó– por esos días interminables de cambiar pañales, escuchar llantos ensordecedores, mientras el trabajo –dentro y fuera del hogar– no se deja de acumular.

Este momento histórico, donde hay altas probabilidades de que la próxima presidenta sea una mujer que enarbola las causas de la defensa de lo nacional y lo popular, emociona a cualquiera de los que luchamos por la reivindicación de las mujeres y del pueblo. En palabras de Sheinbaum:

Como era antes, que te decían los viejos comunistas, primero el proletariado y luego las mujeres. Pues no, todo va junto y no puede ir aislado.

Uno de los subtítulos del libro –que, una vez más, muestra esa genialidad de Arturo de la que hablaba al inicio–­ reza: “Esto no me lo puedo perder”.

Pienso yo: nosotras tampoco nos lo podemos perder. ¿Quién querría quedarse fuera de un momento histórico de esta envergadura?

Gracias, Arturo, por dejarnos sentir mediante tus relatos que también nosotros pudimos conocer a fondo a quien –posiblemente– será la primera presidenta de México.

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