Medio millón de gazatíes en peligro de inanición

Columnas Plebeyas

Lo dijo el titular del Ministerio de Defensa israelí, Ben Givir: “Habrá un cerco total, no les daremos alimentos, ni agua, ni energía eléctrica, ni combustibles. Limpiaremos Gaza de esos animales humanos”. Efectivamente, al bombardeo indiscriminado y total de la Franja de Gaza en la Palestina ocupada se le suma la sombra ominosa de la inanición y la deshidratación irreversibles para el 25 por ciento de su población.

En nueve meses, las cifras aproximadas del extermino, de acuerdo con datos de diversas agencias, como varias dependencias de Naciones Unidas, Médicos sin Fronteras, Euro Med Human Rights Monitor, Media Luna Roja y el Ministerio de Salud de Palestina, muestran el panorama siguiente:

El 96 por ciento de los habitantes de Gaza enfrenta escasez de alimentos continuada. De ellas, 750 mil sufren severa falta de alimentos y agua, y enfrentan riesgos a la salud. 450 mil están en situación catastrófica de inanición y deshidratación y necesitan atención especial de emergencia. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por su nombre en inglés) reporta que tres mil niños requieren tratamiento médico urgente por inanición, que ya es imposible proveer en Gaza. De no obtener autorización para su traslado, enfrentan una muerte inminente. 

Si hasta ahora el saldo mortal es tremendo, el hambre, la deshidratación y las enfermedades están comenzando a agravar el infierno. 80 mil toneladas de explosivos arrojados sobre Gaza han destruido el 78 por ciento de viviendas, el 84% de los centros de salud y el 95 por ciento de las instalaciones vitales de agua, mientras el drenaje está paralizado. Prácticamente todas las escuelas han sido destruidas, lo mismo que mezquitas, iglesias cristianas y monumentos históricos. 

Pero la guerra ha sido especialmente cruel con los niños. 50 mil personas han sido asesinadas, casi la mitad son niños. Cerca de 35 mil niños han sido heridos; de ellos, la mitad han sido amputados de uno o más miembros. Probablemente unos 20 mil se encuentran bajo los escombros de edificios destruidos. Cada diez minutos muere un niño y diez pierden diariamente un miembro de su cuerpo. 17 mil niños se encuentran solos, sin familiares adultos sobrevivientes. Entre tres y cinco mil niños se encuentran presuntamente bajo arresto administrativo, una figura inhumana que permite encarcelar a personas sin acusación ni juicio por tiempo indefinido. Al interior de esas cárceles, Euro Med ha documentado hasta 42 formas de tortura que les son perpetradas a los cautivos.

Al daño físico se le añade un daño emocional y psicológico enorme por vivir en permanente estado de terror pánico. Cardiólogos reportan casos de paros cardiacos en niños menores de diez años y grados de estres postraumático y angustia emocional graves en prácticamente todos los niños gazatíes. Si las cifras son aterradoras, de continuar el cerco a la ayuda alimentaria y a la atención de emergencia masiva, el panorama sugiere una catástrofe humanitaria total. 

Como nada parece frenar el horror y no se vislumbra una salida humanitaria viable, queda suscribir el último poema de Refaat Alareerd, poeta gazatí: “si he de morir, / debes vivir / para contar mi historia…”

No dejemos de hablar de Palestina.

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