Gaza, erosión del orden estatal

Columnas Plebeyas

A cinco meses de iniciado un nuevo capítulo en el conflicto entre Palestina e Israel, observamos preocupantes desarrollos. Además de las reprobables bajas civiles de ambos lados por actos terroristas o el ejercicio irrestricto de la violencia estatal, es claro que en este momento el gobierno de Tel Aviv se encuentra librando una nueva guerra subsidiada en la que un Estado o un grupo armado de oposición, o una mezcla de ambos, se disputan la supervivencia política con el apoyo indirecto de otros Estados o actores políticos de alcance global.

Este tipo de guerras subsidiadas, proxy wars, alcanzaron su apogeo durante la Guerra Fría, aunque luego se mantuvieron como una herramienta útil para el ejercicio de la política exterior de las grandes potencias, dentro de un nuevo reacomodo geopolítico internacional de delimitación de esferas de influencia.

No obstante, un efecto del surgimiento de este tipo de fenómenos, en gran medida sustentados y promovidos por los Estados, es que han venido a debilitar el orden internacional basado en la anterior figura, que tardó siglos y al menos dos guerras mundiales en establecerse e institucionalizarse, según el cual a partir de la negociación y el establecimiento de normas de comportamiento y reglas de actuación se aseguró que el “monopolio de la violencia” recayera principalmente en el Estado.

Lo anterior resulta peligroso, por decir lo menos, pues nuevos actores no estatales que participan en estos fenómenos han proliferado en los últimos años, actúan de manera impredecible al no poseer pautas ni normas de comportamiento bélicas, y la propia figura del Estado como garante de la seguridad interna y externa se ve cuestionado por parte de las poblaciones afectadas y la opinión pública mundial.

Y, de manera más amplia, las erosiones sistemáticas que representan este tipo de conflictos no han podido persuadir a países neutrales, ni aliados ni enemigos, de encontrar una solución real al problema, del cual Gaza es solamente una faceta de aquella compleja totalidad.

De continuar este proceso de erosión por este tipo de eventos, aunado a las crisis económicas, ambientales y humanitarias, entre otras, y ante una pasividad o incapacidad de coordinar esfuerzos estatales para mantener su sistema, es altamente probable que entremos a un ciclo de turbulencia y reconfiguración internacional que bien puede superar, desestabilizar y en algunos casos derrumbar Estados.

Y como se sabe gracias a la recopilación histórica, esto no sucede de manera pacífica ni es inocuo para las sociedades.

Compartir:
Cerrar