El partido fundado bajo el nombre Convergencia por la Democracia en 1999 ha sido denominado en varias ocasiones como el “PAN naranja” y no es difícil entender por qué. Es un partido que engrosó sus filas recogiendo militantes del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI), mas ha tratado de dar un giro situándose, en principio, a la “izquierda” de la coalición opositora Va por México.
El partido político Movimiento Ciudadano (MC) trata de presentarse como una tercera vía. Lo ha hecho adoptando demandas consideradas como populares entre la juventud y que se acercan al progresismo, considerándose, por ejemplo, como aliados de la lucha feminista, luchadores por el medio ambiente, contra la desigualdad y por la aceptación de la diversidad sexual. Todo este envase sin renunciar al neoliberalismo ni condenar realmente a los gobiernos neoliberales que tanto daño han causado al país y, por el contrario, lo que sí han hecho es oponerse a la mayoría de las iniciativas de Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), con las que aparentemente estarían de acuerdo. Como diría un poeta, son servidores de pasado en copas nuevas.
Con base en lo anterior, se entiende perfectamente por qué Claudio X. González, en su desesperación por poder incluir a MC dentro de su coalición, elogiaba el 27 de mayo de 2022 a la institución, llamándola el partido novedoso que aportaría frescura y juventud a la coalición. MC tuvo la frialdad de no caer en sus adulaciones, confió en su propia estructura y encaró el proceso electoral con sus propios medios.
Y es que antes de las elecciones de 2022 era una apuesta lógica para hacer. A partir de 2018, MC había tenido un crecimiento más que respetable, sin pasar por penurias para poder conservar su registro a nivel nacional y con un triunfo clave: la gubernatura de Nuevo León. Era lógico esperar que una buena actuación de su parte, sumada a una derrota estrepitosa por parte del bloque opositor, los dejara en una posición con mayor fuerza dentro de la oposición. Lo segundo sucedió, pero unos comicios como los del año corriente, sin ninguna victoria significativa, fueron un baldazo de agua fría para un partido que pensaba incrementar su presencia en vistas a 2024.
Las administraciones de sus dos gobernadores, Enrique Alfaro en Jalisco y Samuel García en Nuevo León, han tenido un mal desempeño, tirando a desastroso. A pesar de ello, Luis Donaldo Colosio Riojas, el alcalde de Monterrey que se ha caracterizado por tener una administración absolutamente intrascendente, es el presidenciable de la oposición que más mide en las encuestas. Esa es la causa principal para que Claudio X. los invitara a la coalición: “No nos dan los números”, dijo el mismo 27 de mayo.
MC se encuentra frente a una encrucijada. En primera instancia puede unirse a la coalición Va por México: han dejado pasar tiempo, planeando bien sus jugadas, y pueden convertirse, a pesar de sus mediocres números actuales (dos gubernaturas, once senadores y un siete por ciento de la votación federal al congreso en 2021, que se traduce en 23 diputados), en la segunda fuerza, en términos de negociación, dentro de la alianza. Esto puede verse en la desesperación de la alianza por sumar a MC, donde también pesa la nada despreciable cantidad de población que gobiernan a nivel estatal —cercana a los 14 millones de personas.
Esta primera opción podría traerle réditos políticos en lo inmediato, aunque de momento se ve que los números tampoco darían si todos se unen contra Morena en el 2024 y, sobre todo, sumaría aún más fuerza al discurso de nuestro presidente, que pinta a todos los partidos de oposición como iguales. Además, la experiencia de los otros partidos en la alianza muestra que quien entra se somete al PAN, algo no menor.
En segunda instancia, si MC decide lanzarse como una tercera opción entre Morena y Va por México, la derrota inmediata estaría prácticamente asegurada —siempre hablando a la luz del paisaje actual, pues en dos años puede cambiar todo—. Sin embargo, dependiendo de cómo jueguen sus cartas, podrían, siendo muy optimistas, quedar como segunda fuerza política nacional, por delante del PAN, porque la coalición parece ser un barco que se hunde. Así mostrarían ser una opción diferente —en principio—, pero perderían la oportunidad de un triunfo inmediato. Ese sería el mejor escenario para ellos, pero deben renunciar a mucho y no existen garantías.
Dante Delgado, junto con sus secuaces, deberá negociar con paciencia, frialdad y claridad. Porque, si bien MC no está completamente PRDdido como otros partidos, podría terminar por concretarse el “hundimiento ciudadano” mucho antes de lo pensado.