Dos horas de balazos

Columnas Plebeyas

Fueron dos horas de balazos, como en aquella canción de Chava Flores. No eran ni Tom Mix, ni Buck Jones, ni Bill Boyd, ni Tim McCoy, sino habitantes del norponiente de San Cristóbal de Las Casas. Hace poco más de un año hubo un suceso igual, en el mismo lugar y entre los mismos grupos, que salió en las noticias de todo el país. En esa ocasión fueron ocho horas de balazos, pero las razones eran las mismas: el control del mercado norte.

Tres meses después, se anunció con bombo y platillo un “Programa de Reconstrucción del Tejido Social” específico para la ciudad, presentado por el entonces subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, acompañado de los tres niveles de gobierno y de representantes de los tres poderes a nivel estatal. Tenía como base —cosa rara— un diagnóstico previo y consistía en una intervención integral, que incluía obras de infraestructura y actividades educativas, artísticas y culturales. Es decir, lo normal que debería existir en todos lados, pero destinado a una zona a la que históricamente se le han negado esos y otros derechos.

También se anunció un aumento de plazas para la policía municipal, que pasaría de 300 a 600 elementos, además de la destitución del entonces director de ese cuerpo de seguridad. Además, se colocaron retenes de policía estatal y municipal, Guardia Nacional y ejército en todas las entradas a la ciudad.

¿Por qué, entonces, se repitió el enfrentamiento a balazos en el mismo lugar y con la misma gente? ¿Qué fue lo que falló?

  1. Mucha policía, poca acción. Ninguno de los grupos involucrados en la balacera de 2022 fue disuelto, sancionado o indiciado. Las armas y los liderazgos quedaron en el mismo lugar y entre la misma gente.
  2. Mucha policía, poca política. Ninguno de los tres poderes en sus tres niveles intervino en la reorganización del mercado ni en su gobernanza. Todo se sigue arreglando con la ley del más fuerte.
  3. La inversión no llegó. La principal obra de infraestructura anunciada, un polideportivo (siguiendo esa fantasía chinchachomesca infundada de que los delincuentes no hacen deporte o de que el deporte te quita lo malandro) será construido en la zona nororiente, es decir, del otro lado de la ciudad, en uno de los barrios tradicionales y no en las desatendidas colonias de reciente creación.
  4. Hubo cultura, pero cultura de la simulación. En el Centro Cultural de la Zona Norte trabajaba desde 2021 un colectivo autogestivo de jóvenes que impartían talleres de pintura, música, danza y fotografía. Impulsaron la creación de la “Orquesta y Coro por la Paz de la Zona Norte” a partir de recursos autogenerados por una cafetería administrada por ellos mismos. Luego del anuncio del programa de reconstrucción del tejido social, fueron lentamente orillados a abandonar el Centro Cultural porque su presencia y actividades no eran institucionales. Mantienen el trabajo del coro, pero de forma itinerante, sin sede.
  5. Ello no impidió que el gobernador, en su más reciente informe de actividades, enlistara las acciones del colectivo como parte del programa: “Derivado de la colaboración interinstitucional, con el Programa de Reconstrucción del Tejido Social en San Cristóbal de Las Casas reinauguramos el Centro Cultural de la Zona Norte en dicho municipio, para efectuar talleres de fotografía, pintura, elaboración de títeres y reciclaje, enseñanza de tsotsil y lectoescritura, en beneficio de 100 adolescentes y jóvenes.” (Cuarto informe de gobierno, página 123).

Concluyo: de nada sirve tener el doble de policías si no hay investigación, de nada sirve investigar si no se va a detener a los generadores de violencia, de nada serviría detener a los generadores de violencia si los motivos de la disputa se mantienen. Y los motivos de la disputa se mantendrán mientras los derechos de la población de la zona norte de San Cristóbal se sigan regateando y simulando.

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