En los últimos años, la percepción sobre la animación japonesa ha evolucionado de ser vista como un simple entretenimiento para niños a adquirir una relevancia distinta debido al valor intrínseco de sus obras.
Es innegable que este estilo de animación puede, en ocasiones, caer en clichés y tramas superficiales que buscan explotar la sexualización de los personajes femeninos, o aprovechar la devoción que muchas personas sienten por estos formatos para promocionar productos de manera excesiva.
Sin embargo, aunque existen productos de calidad inferior, es igualmente cierto que la animación japonesa tiene la capacidad de rivalizar con obras de primer nivel, enfrentándose a series de la talla de Los Soprano o el cine de Akira Kurosawa.
En este contexto, y reconociendo la calidad que algunas de estas animaciones pueden alcanzar, se destacan títulos como Evangelion, Akira, El viaje de Chihiro y, más recientemente, Your name. No obstante, hay una obra que considero merece una atención por lo menos igual; una obra que, aunque respetada y reconocida por cierto público, aún no ha alcanzado su lugar en la historia.
Me refiero a Samurái X, animación que magistralmente combina la acción típica de la animación japonesa con profundas reflexiones filosóficas, análisis sociales, sabiduría contemporánea y lecciones de vida. Esta serie nos invita constantemente a reflexionar sobre nuestra propia existencia en relación con nuestro entorno.
Desde la metáfora de su arma principal, una espada sin filo, que convierte a nuestro protagonista en un símbolo errante de esperanza para las personas, cuya arma más poderosa es el no matar, hasta la destilación del significado de la vida y las batallas internas en las técnicas de espada, se da a entender que darlo todo por los demás no implica sacrificar nuestra propia vida, sino vivir por el bienestar de otros.
Estos mensajes, no sólo poderosos sino sumamente entretenidos y digeribles para todo tipo de audiencia, se condimentan con ensayos y análisis sociales. Hace algunos meses, haciendo una reflexión sobre el contenido de esta serie animada, me di cuenta de que estudia la violencia de las naciones y la sociedad hasta niveles muy profundos. ¿A qué me refiero? Corran a mirar los capítulos 65, 66, 67 y 68 de la animación original: el nombre de este pequeño arco es “La aldea abandonada”, ahí podremos entender un poco mejor lo que pasa por las cabezas de las personas que viven asediadas por el control del narcotráfico en sus poblaciones.
Podría seguir extendiéndome hablando sobre la joya que es esta animación, que además, en la actualidad, cuenta con una nueva adaptación. Por lo tanto, consideré que si esta obra de primer nivel no ha recibido el reconocimiento que realmente merece en la historia, vale la pena intentar intentar atraer a la audiencia hacia ella a través de mis escritos. Así, insto a que no duden en ver Samurái X. Filosofía animada.