El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) es el organismo del Estado mexicano encargado de hacer la medición multidimensional de la pobreza. La semana pasada confirmó, como había adelantado en una columna previa, que de 2018 a 2022 se redujo. El porcentaje de la población en situación de pobreza multidimensional pasó de 41.9 a 36.3 por ciento, lo que implica que 5.1 millones de personas dejaron de ser pobres. El porcentaje de la población en pobreza moderada, cuyo ingreso es menor a la línea de pobreza y que tiene al menos una carencia social, se redujo de 34.9 a 29.3 por ciento, equivalente a 5.5 millones de personas menos en pobreza moderada. En el caso de la pobreza extrema, que es la población cuyo ingreso se encuentra por debajo de la línea de pobreza extrema por ingresos y que presenta tres o más carencias sociales, tuvo un incremento de 0.1 puntos porcentuales, equivalente a 400 mil personas.
Al ser una medición multidimensional, el Coneval no evalúa solamente el ingreso, sino también los derechos sociales. Si sólo consideramos el ingreso, hay reducciones tanto en la pobreza moderada como en la extrema. En el caso de la primera, de 2018 a 2022, pasó de 49.9 por ciento de la población a 43.5, una reducción de 5.7 millones de personas. Por su parte, la pobreza extrema por ingresos se redujo de 14 por ciento de la población a 12.1, una disminución de 1.8 millones de personas. Cabe destacar que el porcentaje de población en pobreza extrema por ingresos es el más bajo de la historia.
En buena medida, la reducción en la pobreza extrema se debe al incremento al salario mínimo que, en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha sido de cerca del 90 por ciento en términos reales, es decir, una vez descontando la inflación que, como sabemos, fue de 7.9 por ciento durante 2022. Aunque en muchos casos las personas en condición de pobreza extrema no tienen empleos formales, sí se vieron beneficiadas de manera indirecta por el incremento al salario mínimo debido al efecto faro, que consiste en el efecto que tiene el incremento del salario mínimo en toda la distribución laboral, incluyendo a quienes ganan menos o se emplean en el sector informal. De acuerdo con el Coneval, los trabajadores autoempleados tuvieron un incremento en su ingreso laboral de 14 por ciento de 2018 a 2022 y, en el caso de quienes están ocupados en el sector informal, de 9.1 por ciento. En particular, los trabajadores de la agricultura y la minería artesanal, que suelen ser los más pobres entre los pobres, tuvieron incrementos en sus ingresos cercanos a 20 y 150 por ciento, respectivamente.
Los programas sociales también tuvieron efectos en la reducción de la pobreza por ingresos. De acuerdo con el Coneval, el monto promedio mensual que reciben los hogares por este tipo de transferencias se incrementó en cerca de 200 pesos para el 80 por ciento de los hogares que no están en el 10 por ciento más pobre ni en el 10 por ciento más rico. Un reto que queda pendiente es que los programas logren incrementar la cobertura y monto de las transferencias al 10 por ciento más pobre de los hogares.
El Coneval estimó el efecto de los programas sociales sobre la pobreza por ingresos. De no haber existido estos, la pobreza extrema por ingresos se habría mantenido en 15.8 por ciento y la pobreza moderada en 47.1 por ciento, es decir, el efecto de los programas sociales fue reducir la pobreza extrema en 3.7 puntos porcentuales y en 3.6 puntos porcentuales la moderada. En este sentido, la política social de la actual administración es más progresiva que la anterior, ya que programas como Prospera reducían la pobreza extrema en 3.3 puntos porcentuales y la moderada en solo 2.3.