A nadie escapa que el obradorismo tiene una narrativa muy afianzada. La gran capacidad que ha mostrado el presidente Andrés Manuel López Obrador para sintetizar su postura sobre el papel de la política, la justicia o la historia de México ha contribuido a ello. Sin embargo, de poco sirven las palabras si no van acompañadas por acciones y las políticas públicas aplicadas por la cuarta transformación han ayudado a darle a esa narrativa una consistencia propia.
¿Cómo se han traducido los principios que dice enarbolar el obradorismo en un programa de gobierno? Para abordar esta pregunta me enfocaré brevemente en algunas medidas del gobierno federal y de la Ciudad de México en las que aparecen con mayor claridad algunos rasgos comunes.
Un primer rasgo que es posible identificar en las políticas públicas de la 4T es su pretensión de integralidad. Así, por ejemplo, la idea es que, tomados en su conjunto, los apoyos que llegan por política social permitan formar un ingreso básico para las familias mexicanas. Becas escolares, pensiones para adultos mayores, subsidio al primer empleo, así como una inédita jerarquización del salario mínimo han venido a elevar el ingreso con el que una familia dispone para afrontar la vida cotidiana. Es interesante pensar esta integralidad como una alternativa o variante del ingreso básico universal que se discute en otros países.
Pensemos también en proyectos como el tren maya, el plan Sonora o el corredor transístmico. El desarrollo de estas infraestructuras permite conectar comercio, demanda de empleo calificado, desarrollo de tecnología e incluso proyectos educativos destinados a formar a los cuadros técnicos y profesionales necesarios para estos trabajos. Esta perspectiva nodal permite aprovechar al máximo estas inversiones, convirtiéndolos en verdaderos polos de bienestar.
Un segundo rasgo que me gustaría resaltar es la función restauradora del tejido comunitario que cumplen algunas políticas públicas de la 4T. Sembrando vida es un modelo muy bien logrado de esto, en donde el gobierno asigna un salario que permite a comunidades generar emprendimientos agroforestales, lo que encadena economía social, trabajo y cuidado del medio ambiente. Pero no es el único. De la Ciudad de México surgió el programa La escuela es nuestra, luego implementado a nivel federal, donde las familias deciden cómo usar el recurso que reciben para mejorar su plantel educativo. También destacan los Puntos de Innovación, Libertad, Artes, Educación y Saberes (Pilares), en donde se ofrece una amplia cartelera de actividades culturales y educativas y que en poco tiempo se han vuelto una referencia en barrios y comunidades de la capital.
El gobierno es el arte de traducir principios en acciones concretas. Interrogar las políticas públicas desde esta perspectiva nos ofrece una vía de exploración valiosa para explicar el éxito de la 4T.