Hace tiempo que estamos aquí, haciendo política y formando parte de las transformaciones de nuestro país, pero hemos sido poco vistas, escuchadas y hasta olvidadas por la historia.
Afortunadamente nada ha impedido que nuestra participación sea cada vez más visible, porque la conquista de nuestros derechos ha sido constante. Impresiona cuando una da cuenta de lo que significa que las mujeres llevamos apenas menos de 70 años votando y siendo votadas.
Hoy, en el marco de un proceso de transformación profundo, es el momento en que más mujeres estamos en el ejercicio del poder, lo que debe generar en nosotras una responsabilidad política, social e histórica para abrir puertas cerradas y hacer camino para quienes vienen detrás. Nos hemos dado cuenta de que conquistar estos espacios no es suficiente, todos los días libramos batallas contra distintas violencias, casi como si en cada instante nuestra presencia fuese cuestionada y tuviéramos que gritar para vernos o defender el espacio conquistado.
Resulta que el patriarcado no se ha ido y para transformar una nación y la manera en que se hace política, los códigos machistas deben ubicarse, señalarse y combatirse o nuestras revoluciones seguirán quedando incompletas.
