revista

¡Y aquí seguimos! Libros de texto gratuito, lectores y la Nueva Escuela Mexicana

¿Ahora qué van a inventar, qué sigue…, que convenzan a un Ministerio Público para abrirnos un expediente y girar una orden de aprehensión por haber imaginado un México mejor, una educación libre, unos libros de texto gratuitos comunitarios?

¡Y aquí seguimos!

Algunos creían que con una campaña sucia nos detendrían. Otros que con castigos y descuentos a nuestros salarios. Los más, infiltrando a nuestras autoridades estatales y federales, así como a los sindicatos. Los muchos más, con organizaciones civiles y grupos de padres de familia conservadores y alienados. Los muchísimos más, con políticos y funcionarios públicos sin escrúpulos, dispuestos a vender hasta a sus propias madres. Casi todos, con opinólogos, columnistas, con la prensa vendida que desinforma en este país. Los menos, con pseudoacadémicos clasistas que miran para abajo a cualquiera que no viene de su casta… pero unos y otros fueron cayendo como fichas de dominó.

Como si se tratase de una crónica de una muerte anunciada, todos y todas íbamos enterándonos del rol que cada uno de ellos jugaba en esta farsa. Nosotros, seguros de que era una farsa y de que tarde o temprano se sabría la verdad. Ellos, confiados en sus mentiras y de que la Nueva Escuela Mexicana y sus libros de texto gratuitos fracasarían. No había espacio para que ambos tuviéramos la razón, entre ellos y nosotros se levantaba una distancia que sólo podría acortarse con la verdad.

¿Y de dónde veníamos?

Veníamos de una reforma que violentó al magisterio, buscando la privatización del sector educativo; veníamos de la represión de maestros y estudiantes; veníamos de las calles tomadas por las protestas magisteriales y los gendarmes reprimiéndolas; veníamos de los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa; de los maestros, tutores y alumnos asesinados en Nochixtlán; de los miles de maestros cesados por no acatar las indicaciones del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE); de los contratos multimillonarios a las editoriales SM, Castillo, Trillas y Santillana; de las puertas giratorias en donde los empresarios de la educación colocaron a sus empleados en puestos públicos estratégicos para facilitar las licitaciones (por ejemplo, la directora general de Desarrollo Curricular, Elisa Bonilla, que ahora preside la Fundación SM y una de las principales empresas que le venden libros a la Secretaría de Educación Pública); de los miles involucrados en el reconocimiento de validez oficial de estudios (Revoe) para abrir nuevas escuelas privadas; de la precariedad laboral de millones de maestros que trabajan en escuelas privadas sin contrato ni prestaciones; de los negocios por las ventas de uniformes, libros de texto y demás materiales educativos en el sector privado; de las licitaciones opacas de miles de computadoras que quedaban inservibles a los pocos meses de su entrega; del nepotismo (por ejemplo, en el caso de la directora general adjunta de la Red de Bibliotecas nacional, que con sólo una licenciatura en ciencias humanas era la encargada de la estrategia digital de la dependencia, además de ser tía del entonces secretario de Educación, Aurelio Nuño); de precarizar la educación pública, convenciendo a la población que los responsables del atraso académico era el magisterio; de entregar cientos de millones de pesos a organismos internacionales para que realizaran mediciones entre los docentes y alumnos mexicanos para después obligarnos a seguir sus recomendaciones y así facilitar la formación de un capital humano pertinente para la instalación de las empresas transnacionales; de convertir los planes de estudio en carrizos huecos de información y análisis crítico; de convertir a las escuelas públicas en guarderías de ciudadanos en donde alumnos, tutores y docentes olvidaron la importancia de la escuela y desconocían la movilidad social que en teoría representaba la educación…

Con un ánimo necrófago, a pesar de todas estas atrocidades que hicieron por más de 30 años al implementar políticas educativas neoliberales, ahora ellos esperaban alimentarse con el ya conocido: se los dije…

Se los dije, los libros no tienen matemáticas. Se los dije, los libros son una copia de los anteriores. Se los dije, no pueden terminar tantos libros en tan poco tiempo. Se los dije, los libros son idénticos a los cubanos o a los venezolanos. Se los dije, están plagados de errores, mentiras y proselitismo. Se los dije, maestros frente a grupo no pueden diseñar libros de texto. Se los dije, los materiales anteriores eran mejores. Se los dije, están llenos de comunismo, de ideología de izquierda y de herejía. Se los dije, los maestros no van a aceptar esos materiales y saldrán a las calles a manifestarse en su contra. Se los dije, vamos a retroceder 20 años en la educación, si los usamos. Se los dije, la SEP va a arrepentirse y le suplicará a la Organización para la Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE), al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional, a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco, por su sigla en inglés), al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), al Colegio de México, a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a la Pedagógica Nacional (UPN) para que corrijan sus errores. Se los dije, nuestros cuadernillos (por ejemplo, los de Chihuahua) son mejores y más económicos. Se los dije, nuestros amigos de asociaciones civiles como Formando corazones y del Opus Dei español nos pueden ayudar vendiéndonos sus materiales y formando a nuestros docentes. Se los dije, podemos hacer un cinturón alrededor de las capitales, promoviendo una ideología conservadora, racista, en los municipios que los rodean, un cinturón de castidad que detendrá al magisterio en resistencia. Se los dije, no se van a dar cuenta de que nuestros cuadernillos no encajan con el artículo tercero, la ley general de educación y la Nueva Escuela Mexicana. Se los dije, nunca se enterarán de que por generar ganancias nosotros somos capaces de ganar hasta con aquellos cuadernillos y los contratos para su impresión. Se los dije, el magisterio de Chihuahua no es como el de Oaxaca, Michoacán, Chiapas, Veracruz o Guerrero; pronto se cansará y abandonará la resistencia.

Y a todo esto, me pregunto: ¿dónde quedó la autoridad de aquellas voces?, ¿dónde quedaron Gilberto Guevara Niebla, Alma Maldonado, Carlos Ornelas, Juan Carlos Romero Hicks, Maru Campos, Miguel Ángel Riquelme Solís, Sandra Gutiérrez, Francisco Saracho Navarro, Ricardo Salinas Pliego, Carlos Loret de Mola, Chumel Torres, Javier Alatorre, Fernanda Familiar, Adela Micha, entre muchos, muchos otros más?, ¿en algún momento pedirán disculpas por todas sus mentiras?, ¿ahora qué van a inventar, qué sigue…, que convenzan a un Ministerio Público para abrirnos un expediente y girar una orden de aprehensión por haber imaginado un México mejor, una educación libre, unos libros de texto gratuitos comunitarios?…

No sé qué siga, pero aquí seguimos nosotros. Aquí seguimos indignados por tantas mentiras. Indignados porque no tenemos la fuerza para frenarlos. Indignados porque una vez más se salieron con la suya y tendremos que soportar el cómo imprimen y distribuyen sus cuadernillos en los estados que controlan; en donde no temen las consecuencias de violentar la ley. Indignados porque saltarán a una senaduría o una diputación y no se podrán fincar responsabilidades sobre estos temas. Indignados porque mi escuela seguirá igual, mi salón seguirá igual y el cambio será sólo un sueño de una noche de verano… Pero les digo algo, aquel que se sienta indignado, levante la mano… Sin miedo, no es momento de vergüenzas, ni de regatear nuestros sentimientos. Aquel que se siente indignado o indignada porque le mintieron; porque no respetaron a la educación y se empeñaron en convertirla en un negocio. Aquellos que se sientan indignados porque ven que, frente a las promesas de la transformación educativa, hay algunos que insisten en que nada cambiará.

Si alguno siente una indignación así, por favor, se lo suplico, levante la mano… Ahora, reconózcanse, no están solos; no estamos solos. Esta es nuestra oportunidad; seguiremos aquí, resistiendo y transformando a nuestro país.

Cerrar