En este pequeño ensayo me propongo analizar y entender los elementos que han contribuido a que el gobierno de la Ciudad de México en la gestión de Claudia Shienbaum haya dado resultados muy sugestivos en el ámbito educativo. En general, reconocemos un florecimiento del derecho a la educación, que responde a ciertos factores que vale la pena revisar para al final valorar si es posible imaginar su desarrollo en otros ámbitos regionales.
La educación es un derecho
No cabe duda de que cuando se habla de derechos el de la educación es la principal preocupación y ocupación del gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum. Hay varias señales claras y datos que lo confirman. Por ejemplo, en la entrevista que aparece en el libro La disputa por la nación, de los periodistas Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, se puede leer que la doctora concibe el proyecto obradorista de nación como la recuperación del Estado en tanto que encargado de los derechos básicos. En primer lugar, menciona el derecho a la educación.[1] Más recientemente, en su cuarto informe de gobierno, los resultados de gestión que expuso en primer lugar son los de la educación.[2] Pero para fines analíticos, que es lo que nos interesa exponer, ¿exactamente en qué términos se concibe el proyecto educativo fraguado en la capital del país? Es decir, dicho de manera más concreta, ¿cómo en la Ciudad de México se ha traducido a la realidad eso que llamamos “derecho a la educación”?
Una primera respuesta se puede buscar en los propios resultados públicos anunciados en el cuarto informe de gobierno: una beca universal para 1.25 millones de alumnos de educación básica, así como un monto anual para compra de útiles y uniformes, además de alimentos escolares para este mismo nivel formativo. Respecto a la infraestructura de los planteles escolares, se ha atendido casi la totalidad de los inmuebles (97 por ciento), a través del programa “La Escuela es Nuestra-Mejor Escuela”, que, vale enfatizar, en 2022 aumentó su presupuesto en un 50 por ciento. Para el ámbito educativo medio y superior, los resultados son: cinco nuevos planteles del Instituto de Educación Media Superior, aumentando con ello la matrícula un 40 por ciento, y dos nuevas universidades: el Instituto de Estudios Superiores Rosario Castellanos (que llegaría a nueve unidades este año) y la Universidad de la Salud, que cuenta con más de mil estudiantes de todas las entidades del país. A esto se puede sumar el proyecto de Pilares (Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes), que también ofrece servicios educativos y becas, y un seguro para 2 millones de estudiantes y 70 mil docentes, con servicio médico para atender algún caso de accidente en la jornada laboral.
Estos números traen consigo una consecuencia. Según cifras de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), de 2018 a 2022 la ciudad de México ha mantenido su mejoramiento en importantes indicadores educativos, diferenciándose claramente de la media nacional.[3] Por ejemplo, si bien en la cobertura de educación básica se pasó de 110.8 a 109.3 por ciento en el periodo de 2018 a 2022, se prevé que para el ciclo 2022-23 se aumente a 114.2 por ciento. Lo mismo sucede con el abandono escolar. En la Ciudad de México, para el ciclo 2022-23 se proyecta que la deserción escolar en educación secundaria sea de 1.6 por ciento. Con ello no sólo se mejora el 3.6 por ciento con que se contaba en 2018, sino que se supera el 2.3 por ciento de la media nacional para el mismo periodo. Sin embargo, donde la diferencia es más marcada es en las cifras de educación media superior y superior: la cobertura que se cuenta para la capital del país en 2022 es de 124.5 y 73.2 por ciento para cada nivel, respectivamente, que contrasta deslumbrantemente con los 72.9 y 35.5 por ciento de la media nacional.
Se cuenta, pues, con elementos que nos revelan un impacto constante de la estrategia educativa del gobierno de la Ciudad de México sobre la población, básicamente en su acceso al servicio educativo. Todo ello es resultado, como ya se apuntó, de una combinación de acciones y programas dirigidos a garantizar ese acceso prácticamente a toda la población en todos los niveles, desde el preescolar hasta el superior, y que destacan a la capital ante el promedio de los demás estados de la república. Sería obviar que parte de este éxito se debe a la inversión presupuestal histórica que se ha hecho hasta ahora: aproximadamente 6 mil millones de pesos al año; al final del sexenio se proyecta que sean más de 70 mil; todo esto derivado de políticas de austeridad y de un buen sistema de recaudación.
Otros factores
¿Cómo explicar la posibilidad de esta gran inversión en educación? Creemos que el voluntarismo no es el único ingrediente que contribuye a que las cosas sucedan, puesto que, por ejemplo, si bien es fundamental la lucha que Claudia Sheinbaum enarboló en su juventud para evitar la privatización de la educación en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ninguna transformación nace sólo de un deseo particular. Ahora bien, ¿qué otras condiciones han propiciado el florecimiento de esta estrategia educativa en la Ciudad de México? Por un lado, proponemos que es necesario considerar que esta política se concibe como parte de un escenario nacional que se distingue por su talante transformador. Hay un telón de fondo que la abraza. Hoy, como nunca antes se había hecho, en todo México se distribuye el presupuesto federal para garantizar el derecho a la educación de los jóvenes y el mejoramiento de la infraestructura de miles de planteles de educación básica de todo el país, a través de los programas como las becas Benito Juárez y la Escuela es Nuestra.
Estos programas llegan a todos los estados del país sin excepción, hasta a los últimos alumnos y planteles en cada rincón. Es claro que, a diferencia de otras entidades, el gobierno de la Ciudad de México aprovecha al máximo esta tendencia general para experimentar, por ejemplo, no sólo mediante nuevos planteles de educación media superior (a cuyos alumnos les llegaría una beca), sino también a través de una universidad nueva que implementa un “ingreso incluyente” por acreditación de un curso, o diseñando una programa en el que convergen la educación, el deporte y la tecnología como el Pilares. Sin un entorno histórico (en el sentido de momento excepcional) que garantiza estabilidad y bienestar en la población, que otorga un piso parejo materialmente, digamos, es difícil comprender cómo estas iniciativas están germinando en la ciudad.
Sin embargo, también es esencial la normatividad que anima la transformación educativa. No sólo se trata de la garantía de los programas sociales federales, que ahora se estipula en el cuarto artículo de la constitución mexicana o en el Plan Nacional de Desarrollo, sino también a la nueva ley de educación de la Ciudad de México, en vigor desde el 8 de junio de 2021 y que responde la obligación de los estados de armonizar su normatividad con los cambios constitucionales en materia educativa que se habían aprobado a nivel federal desde 2019.[4] Lo novedoso de la ley capitalina es que ve a la educación como derecho humano inalienable, primordial y un bien público imprescindible para la realización plena de las personas, además de un proceso colectivo donde intervienen distintos niveles de gobierno y sectores (maestros, la familia). A través de este marco legislativo no es difícil ver la correspondencia entre lo que dice la ley y lo que se está haciendo en la realidad.
Por último, y no menos importante, otro factor para el florecimiento de la transformación educativa en la capital es su propia historia. Y no sólo me refiero, aunque sea fundamental, al programa de Prepa Sí (origen de las actuales Becas Benito Juárez). Por lo menos desde la gestión encabezada por Andrés Manuel López Obrador (2000-2005), con la creación de 15 preparatorias y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), así como apoyos para útiles escolares en la educación básica, se ha desarrollado un trabajo dirigido a garantizar la educación en todos sus niveles. Si bien se observa que falta información detallada sobre la mejora o no de la educación en este periodo, no podemos dejarlo de lado al momento de entender lo que está sucediendo actualmente.[5]
Salida
Lo que sucede en este momento en la Ciudad de México responde a características propias de su historia, la biografía de sus autoridades, de su normatividad vigente y del ambiente nacional que estamos viviendo, donde, como propone François Dubet, se busca remover la estructura social para reducir las desigualdades económicas, y con ello abonar al crecimiento de una verdadera democracia.[6] Imaginar la réplica de esta experiencia en otras latitudes podría ser arriesgado, considerando las grandes brechas y diferencias de desarrollo económico, características históricas y sociales de ese mosaico regional que es México; pero no imposible. Si la transformación educativa nacional impulsada por el gobierno federal estimula encontrar nuevos cauces para reconocer la igualdad de derechos en la diversidad cultural que nos rige históricamente, el reto me parece que está en esto: pensar un modelo educativo flexible, que anime el florecimiento de esa pluralidad. En teoría, el modelo de la Ciudad de México cuenta con ello. En él convergen los derechos, el trabajo colectivo, la intersección de todos los niveles de gobierno, la inclusión, la equidad, la innovación tecnológica, ejes que podrían ser apropiados (o debatidos) por cada comunidad del país. En esencia, la flexibilidad del modelo se podría medir por su disposición a enriquecerse con otras experiencias educativas del país. Y eso es plausible llevarlo a cabo en estos momentos, donde la brújula de la historia apunta hacia la imaginación, asidero de la transformación.
Fuentes estadísticas
SEP (2022). Principales cifras del sistema educativo nacional, 2021-2022. Recuperado de: https://www.planeacion.sep.gob.mx/Doc/estadistica_e_indicadores/principales_cifras/principales_cifras_2021_2022_bolsillo.pdf
SEP (2021). Principales cifras del sistema educativo nacional, 2020-2021. Recuperado de: https://www.planeacion.sep.gob.mx/Doc/estadistica_e_indicadores/principales_cifras/principales_cifras_2020_2021_bolsillo.pdf
SEP (2020). Principales cifras del sistema educativo nacional, 2019-2020. Recuperado de: https://www.planeacion.sep.gob.mx/Doc/estadistica_e_indicadores/principales_cifras/principales_cifras_2019_2020_bolsillo.pdf
INEGI (2020a). Tabulados predefinidos. Cuestionario básico. Educación. Censo de Población y Vivienda 2020. Recuperado de: https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2020/#Tabulados
INEGI (2020b).Microdatos. Base de datos. Personas. Censo de Población y Vivienda 2020. Recuperado de: https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2020/#Microdatos
INEGI (2010). Tabulados predefinidos. Cuestionario básico. Educación. Censo de Población y Vivienda 2010. Recuperado de:https://www.inegi.org.mx/programas/ccpv/2010/#Tabulados
[1] Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, La disputa por la nación. Dos proyectos frente a frente para 2024, Harper Collins, 2022, p.46.
[2] El Cuarto Informe de Gobierno de la Ciudad de México. Puede consultarse en: https://informedegobierno.cdmx.gob.mx/acciones/educacion-2/
[3] Datos de la SEP y del Inegi, de 2019 a 2022, referenciados al final de este ensayo.
[4] Roberto Rodríguez Gómez, “La nueva Ley de Educación de la Ciudad de México”, Programa Universitario de Estudios sobre Educación Superior, UNAM, 2021. Disponible en: https://www.sectei.cdmx.gob.mx/storage/app/media/Ley_educacion_cdmx_2021/la-nueva-ley-de-educacion-de-la-ciudad-de-mexico.pdf
[5] Víctor López-Villafañe, AMLO en el poder. La hegemonía política y el desarrollo económico del nuevo régimen, México, Orfila, 2020, p. 33.
[6] François Dubet, Repensar la justicia social. Contra el mito de la igualdad de oportunidades, Buenos Aires, Siglo XXI, 2011.