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Saldos del neoliberalismo

Es tiempo de evaluar los daños que dejó la aplicación del neoliberalismo en México. Las campañas para renovar la Presidencia, el Congreso, ocho gubernaturas, la Jefatura de Gobierno en la capital, y otros dos millares de cargos locales, han dejado claro que la disputa es entre dos proyectos: el humanismo mexicano de la izquierda contra el neoliberalismo importado por Miguel de la Madrid en 1982 y que fue el rostro de la derecha hasta el 2018. Es necesario, por tanto, hacerle un corte de caja para ver lo que trajo consigo esta ideología que se presentó como una simple “técnica”, despolitizando las funciones mismas del Estado.

No sólo desvió al Estado de sus labores esenciales —salud, educación, seguridad—, propició el surgimiento de monopolios que concentraron la riqueza en 14 super millonarios, mientras se le hizo creer a los trabajadores que su pobreza era un fallo personal de su esfuerzo y talento, también puso en riesgo la capacidad de decisión de la nación sobre su futuro energético, alimentario, ambiental, de acceso a medicamentos, y de seguridad. Como política de la anti-política, el neoliberalismo no sólo tachó de “misticismo” el lenguaje público sobre el bien común, la equidad, y la soberanía, sino que también nos hundió en el silencio.

No se necesitaba hablar ni convencer para administrar, todo estaba en los números y sus evaluaciones que eran “neutrales”. Su principio economicista hizo que todos los valores, creencias, ideales fueran simples “preferencias”. La moral en el ejercicio público y privado se desdibujó a tal grado que hoy podemos afirmar que la corrupción y la avaricia son parte sustancial del modelo neoliberal.

En este número de Sentido Común abordamos los daños al país que dejó el neoliberalismo, desde la soberanía y la seguridad nacionales, pasando por los transportes, los bancos, la política industrial y la minería, pero igualmente en los temas educativo, de salud, energético, laboral, y alimentario. Como es una ideología, abrimos el tema con una reflexión sobre sus intelectuales. Estos son sus saldos, sus deudas, sus daños, que no debemos olvidar.

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