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Necroeconomía minera neoliberal

Nunca en la historia hemos visto una expansión minera de dimensiones equiparables a las actuales, donde de plano hay un 60 por ciento total del territorio concesionado para su explotación mineral.

narco economia minera

Colonia y porfiriato

Durante más de 300 años fuimos despojados de minerales. La época de la colonia se caracterizó por la extracción permanente de plata y oro. Esta etapa se circunscribe al proceso de acumulación originaria, el pecado original del capital y punto de partida de la acumulación capitalista. La extracción minera fue fundamental para el inicio y consolidación del capitalismo en Europa. Por eso se explican los tres siglos de colonización, que para América Latina implicaron una “desacumulación catastrófica de sus recursos humanos y naturales”, como señala Gilberto Argüello en Minas, agricultura y políticaen la formación del capitalismo mexicano (1770-1870). No sobra decir que el destino de los minerales americanos fue Europa.

Pero este proceso de extracción no terminó con la acumulación originaria, que implicó un despojo violento y “legal” (la corona española lo legalizó). En la época del porfiriato (que se extendió por más de tres décadas y media), la extracción volvió a tener algunas características como las que ya se habían registrado en la colonia. Sin embargo, ya había terminado la acumulación originaria, y nuevamente la extracción minera, no para satisfacer el mercado interno, se intensificaba. Ahora no eran los colonizadores españoles, sino empresas extranjeras las que llevaban a cabo este despojo.  

Pero ni la colonización de tres siglos, ni el porfiriato han sido los periodos en que más se han extraído minerales. Como nunca, la fase neoliberal del capital ha sido la de mayor extracción y expansión de la industria minera en toda la historia de la minería en nuestro territorio. Al respecto, un botón de muestra: la historia de extracción de oro, desde la época colonial hasta la actualidad. En 1992, punto de inflexión, la producción anual de oro fue de 10 mil 412 kilogramos y para el año 2022 de cerca de 150 mil; es decir, tuvo un crecimiento de más de mil 300 por ciento. 

Necroeconomía neoliberal

Dice la Visión de los vencidos que los españoles “como unos puercos hambrientos ansiaban el oro”. Luego de que lo descubrieron (junto con la plata), se quedaron por siglos. Pero esta “ansia” se exacerbó después de 1992, a partir de la derogación de la ley minera, que, con base en el artículo 27 constitucional, daba prioridad para la exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento de los minerales, en primer orden, al Estado, a través del Consejo de Recursos Minerales, de la Comisión de Fomento Minero y de las empresas de participación estatal mayoritaria; en segundo lugar a las empresas de participación estatal minoritaria, y por último a los particulares (personas físicas o morales). Además, por supuesto que el Estado era quien detentaba la renta minera que se derivaba de esta actividad. En la ley reglamentaria se establecían límites a la participación de empresas extranjeras, teniendo en cuenta el pasado de acaparamiento en el país. 

En el salinato se eliminó el papel del Estado como responsable de la exploración y explotación de los minerales, actividad que a partir de entonces sólo se podría hacer mediante el otorgamiento de concesiones mineras a empresas privadas, que en un principio podían recibir permisos explorativos por seis años, y después por 50 años, con posibilidad de ser prorrogadas por otro medio siglo. Es decir, las concesiones se podían detentar por 106 años, o más, porque no se acotó que la prórroga a la concesión para la explotación tuviera que hacerse sólo por una ocasión, lo que podría ser interpretado como una concesión “perpetua” (como sucedía con los márgenes legales vigentes en los tiempos de Porfirio Díaz). Además, el marco legal impulsado por Carlos Salinas tampoco fijaba límites espaciales, antes acotados a superficies de 500 hectáreas, lo que permitió concesiones de más de 230 mil hectáreas. Si esto ya implicaba dimensiones graves, la extensión de lotes mineros resultó bárbara, pues se suma la concentración de varios títulos de concesión minera bajo mismas firmas. Esto generó auténticos latifundios mineros.

Como ejemplo, la empresa Fresnillo PLC, que en su ficha en la Bolsa Mexicana de Valores se presume el mayor productor de plata primaria de México y el segundo de oro. La firma sostiene que cuenta con concesiones mineras “que abarcan aproximadamente 2.1 millones de hectáreas en México.

Por si no bastara todo esto, varias de estas concesiones se entregaron en los mares mexicanos, por primera ocasión en la historia. Como en el caso del Golfo de Ulloa, en Baja California Sur. Casi 115 mil hectáreas en los mares mexicanos fueron entregadas a una firma extranjera, Odyssey Marine Exploration, con una vigencia tentativa hasta el 2116, o más.

Todo esto implicó una violación constitucional, pues se soslayó el dominio directo de la nación sobre los yacimientos minerales que consagra el artículo 27 de la carta magna. En este clima, las empresas mineras extranjeras activas en el país fueron creciendo, al pasar de 54 en 1994 a mil 154 en 2013. La renta minera también dejó de ser del dominio de México. Todo esto ha permitido que el país contenga a algunos de los hombres más ricos del mundo.

A la evasión de pago de derechos laborales en sus países de origen que ejecutan las empresas extranjeras al operar en México se suma el daño socioambiental que provocan en el país. Hoy México es el principal país de América Latina por conflictividad minera, además de uno de los más afectados a nivel mundial por asesinatos ligados a la extracción.

Pese a todos estos desafíos, México sigue siendo uno de los principales países mineros del mercado mundial, entre otros factores porque concentra 16 minerales estratégicos y por sus yacimientos significativos en oro, plata, cobre, grafito, litio.

Ante esta riqueza minera, tras siglos de irregularidades, es fundamental defender la protección de los territorios con minerales estratégicas y no entregar una sola concesión minera más, enmarcar al litio como patrimonio nacional, reformar el marco legal y buscar la prohibición de la extracción a cielo abierto, pues de lo contrario seguirá avanzando la necroeconomía minera neoliberal.


Referencias

Argüello Altuzar, Gilberto (2014). Minas, agricultura y política en la formación del capitalismo mexicano (1770-1870). Florida: DLM Publising.

Departamento del Interior de Estados Unidos (2024). Mineral Commodity Summaries 2024. Virginia.

Servicio Geológico Mexicano (2023). Anuaro estadístico de la economía mexicana 2022

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