*Mario Chávez Campos, director general de educación superior para el magisterio, Secretaría de Educación Pública (SEP)
En un recorrido, de esos que deben hacerse casi a diario por el país, por su territorio, para conocer y escuchar las propuestas de las maestras y los maestros, (quienes son en los únicos y en las únicas que se debería confiar para la construcción de políticas públicas desde lo educativo que verdaderamente impacten en la transformación), uno de ellos, que en algún tiempo desempeñó sus servicios en la sierra de Sinaloa, nos decía que era tan descontextualizada la construcción de los planes y programas de estudio que cuando él atendía en una escuela unitaria a un grupo multigrado, al llegar a la lección donde se practicaba el uso de la “S”, él utilizó una frase que muchas y muchos seguramente conocen: “Ese oso se asea”, les dijo a sus estudiantes. Las y los estudiantes se quedaron mirándolo sorprendidos y le dijeron: “¿qué es un oso?”. Y luego, él reparó en que en ese lugar no sólo no había osos, sino tampoco agua para asearse. Entonces tuvo que contextualizar y hablar de las serpientes que abundaban por aquellos lares. Inmediatamente conectó con las niñas y los niños.
Desde hace décadas, tres por lo menos, en las escuelas normales había un imaginario que todas y todos los maestros y maestras entendían muy bien; no se podía, en un país tan diverso como el nuestro, construir una currícula, planes y programas homogéneos para atender la diversidad, la compleja realidad educativa de los muchos Méxicos que de por sí somos. Muchas y muchos decidieron profesionalizarse en las teorías curriculares, en la construcción curricular; y hoy, después de tres décadas, tenemos centenas de maestras y maestros en las escuelas normales que son expertos en diseño y en teoría curricular.
En la construcción colectiva de planes y programas, primero habría que expresar que la metodología del codiseño no quiere decir más que construir colegiada y comunitariamente, desde las distintas necesidades educativas que tiene la diversidad en nuestro país, una propuesta curricular necesariamente diferenciada, que contenga los comunes integrados de un currículo nacional y que cuente con un porcentaje de autonomía, hasta el 50 por ciento, para que las comunidades construyan desde lo local, lo estatal y lo nacional. Por lo tanto, podemos afirmar que el codiseño es un hecho de justicia curricular para entender y reconocer el trabajo que venían haciendo en las aulas las maestras y los maestros.
Hay una anécdota muy decidora del siempre maestro Lucio Cabañas Barrientos, ocurrida en una escuela en Atoyac, Guerrero: la escuela rimaria Plan de Ayala. En aquellos años, los y las egresadas de las escuelas normales rurales tenían una formación integral, no solamente conocían todo lo que tenía que ver con la tierra, con la agricultura, sino también tocaban guitarra y cantaban, una manera de vincularse desde lo lúdico con sus estudiantes. La música, el teatro, la danza operaban como didácticas para transformar y para tener un vínculo directo con la comunidad.
Cuentan, pues, que Lucio, que tocaba la guitarra y cantaba bien, juntaba siempre a sus estudiantes de la primaria para compartirles algún corrido revolucionario, y a través de sus letras hablar sobre la historia, por ejemplo, de Emiliano Zapata. Pero también lo que hacía Lucio Cabañas es que identificaba con sus estudiantes los problemas de su entorno. En aquella escuela y en esa región uno de los grandes problemas era que había un aserradero que talaba indiscriminadamente el bosque y vertía muchísimos componentes químicos al río, y esto hacía que murieran los peces. Ese era el mayor problema que existía; entonces lo que Lucio Cabañas hizo con sus estudiantes fue organizar una excursión al río, y durante ella les fue hablando de lo que significaba esa empresa y cómo destruía la naturaleza, cuál era el sentido salvaje del capitalismo, y también por supuesto les hablaba de la contaminación, de que había que cuidar el agua, etcétera. Aquí hay un ejemplo, ya muy claro, de lo que se propone ahora en el nuevo plan de estudios de ducación básica, y que está colocado también desde la visión del replanteamiento curricular de las escuelas normales. Tiene que ver precisamente con identificar problemáticas de la comunidad, integrarlas en proyectos y trabajar transdisciplinariamente con los cursos de determinado grado y fase.
Ese era otro de los grandes imaginarios de los normalistas: poder incidir directamente en la construcción de planes y programas de educación básica porque, sin duda, quiénes sabían si los planes y programas tenían el efecto esperado en el aula de preescolar, primaria y secundaria eran ellos, desde la perspectiva de la práctica, pero también desde la de la asesoría en campo con los formadores de formadores, formadoras de formadoras. Entonces, creo que esa es otra de las cosas que se cumplen en este inédito proceso, habrá que decirlo así donde tanto la transformación del plan de estudios de educación básica como la de los 18 planes y programas de estudio de las licenciaturas de las escuelas normales se hace desde una sola entidad coordinadora, la Subsecretaría de Educación Superior.
Escuela por escuela, hagámonos comunidad
Más por voluntad que por mandato de ley, porque no es sino hasta la aparición de la ley general de educación superior, en abril del 2021, 50 sesiones después, que el Consejo Nacional de Autoridades de Educación Normal (Conaen) se integra en la ley. Este órgano, conformado por las autoridades de las normales de cada estado, decidió que había que profundizar la participación democrática, horizontal, de las y los maestros del país. Es por eso que convocó al Congreso Nacional para la Transformación y el Fortalecimiento de las Escuelas Normales, que se integró por delegadas y delegados electos democráticamente en cada escuela normal bajo el procedimiento que cada comunidad decidió. Pudieron ser electos a mano alzada en una asamblea, a través de una votación secreta, en urna cerrada, o por las decisiones de los colegios de cada uno de los cursos de las escuelas.
Este congreso, que se reunió por primera vez el 16 y 17 de mayo de 2019 en Metepec, Estado de México, justo el día en que la reforma constitucional de los árticulos tercero, 31 y 73, entró en vigencia, se mantiene abierto, está sólo en receso. La quinta sesión del congreso se realizó en Saltillo, Coahuila, para quebrar además, la vieja idea de los congresos en el imaginario normalista: convocados exclusivamente por las autoridades, con los dirigentes gremiales casi siempre “institucionales”, por no llamarlos de otro modo. El congreso que se realizó en 1943 en la Benemérita Escuela Normal de Coahuila sirvió para homogeneizar precisamente los planes y programas de estudio, cortarlos con la misma tijera, hacer igual lo que siempre ha sido distinto, pensar en México como un único México. Justo por eso es que en julio de 2021 se convocó a la quinta fase del congreso, en el que delegadas y delegados decidieron que la ruta para el replanteamiento curricular sea nombrando representantes por cada una de las licenciaturas de las normales.
Y así fue como se integraron 18 equipos de diseño curricular, llamados también en algunos casos comunidades de gestión académica: para consensuar primero el perfil de egreso, la maestra y el maestro que debemos formar en el marco de la transformación del país, y después plantear los mapas y mallas curriculares, los cursos de lo que maestras y maestros han considerado currículo nacional, que sólo comprende hasta el 50 por ciento para dejar libre el otro 50 por ciento de un currículo de construcción local, estatal y regional que dé las respuestas específicas que se requieran para las particularidades educativas de cada una de las escuelas normales.
Todo este trabajo se desarrolló con mucho debate, con mucha intensidad, y hay que visibilizar que, paradójicamente, gracias a la posibilidad de encontrarnos a distancia tras la lamentable, cruel y dolorosa pandemia de la covid-19, hubo cientos de reuniones de los colectivos a través de las plataformas de comunicación a distancia; así fue que se propusieron también centenas de mallas curriculares, de cursos, y finalmente hubo un gran consenso para que en agosto de este año arrancaran planes y programas. Tras el evento para presentar el trabajo del codiseño curricular de los 18 planes y programas de las normales, en el Centro Regional de Educación Normal de Tuxpán, Veracruz, allá donde nacen revoluciones que navegan anchos ríos, ha quedado toda una estela de trabajo para maestras y maestros, para las autoridades locales que estén pensando en una visión educativa estatal y regional, y para construir los cursos que hacen falta en su malla curricular. Con esta metodología de codiseño no se invisibiliza la opinión de nadie, lo que todas y todos dicen cuenta, y maestro y maestra dejan de ser meros operadores de currículo para convertirse en diseñadores del mismo.
Este es el principio de la revolución de las conciencias en las escuelas normales: lograr la justicia curricular, la estabilidad, la gubernamentalidad, a través de un currículo apropiado, situado, invertido.
Pero estamos seguros de que, más allá de los proyectos de gobierno, de los proyectos sexenales, construir desde la comunidad, construir desde la visión de una política educativa de Estado hará que la transformación vaya avanzando y profundizándose en un subsistema que puede detonar y dinamizar con muchísima fuerza la formación del nuevo y la nueva ciudadanos, desde el aula.
Por eso afirmamos que la revolución de conciencias está en las aulas de México, de la mano de los y las maestras normalistas.