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La política de seguridad de la 4T

La actual visión que guía la estrategia de seguridad es la construcción diaria de paz mediante el diálogo.

La política que la llamada cuarta transformación ha desarrollado para atender los complejos problemas de seguridad y violencia del país consiste en un replanteamiento completo ante los resultados catastróficos de las estrategias de gobiernos pasados. Sus políticas de seguridad eran reduccionistas y de lógica simple, punitiva y represiva. No atendían las raíces del problema. A la visión de gobiernos anteriores, basada en la cultura de guerra, hubo que contraponer una de construcción de paz. Y si cambia el paradigma, tiene que cambiar la forma de hacer las cosas. Se han dejado atrás ideas y procedimientos del estilo de un Genaro García Luna, que ponían el énfasis en inversiones en tecnología inspirada en delirios peliculescos, como su famoso búnker, cuyas inversiones siguen en investigación por actos de corrupción.

En lugar de atender las consecuencias de un sistema político económico injusto, una de las cuales es la violencia, se trata ahora de atender las causas. Se busca entonces restarle base social al crimen, fortalecer la confianza y la coordinación entre autoridades, promover una actitud de servicio en cada instancia del gobierno ante las necesidades de cada persona y tener cercanía con el territorio.

Por lo tanto, la política de seguridad del actual gobierno, y que debería profundizarse en el siguiente, se basa en cuatro elementos fundamentales, que se articulan y armonizan, como cuatro elementos éticos y operativos, para guiar a todo el aparato de Estado en la construcción diaria y continua de la paz que el país desea y necesita.

Confianza

El primer eje ha sido pasar de una estrategia en que las relaciones entre autoridades estaban basadas en la corrupción, la competencia y la desconfianza, a otra en que se priorizan el diálogo, la honestidad, la coordinación y la confianza, independientemente del signo político de cada autoridad de los tres órdenes de gobierno.

En la 4T se mantiene la coordinación con el trabajo diario del gabinete de seguridad, las 32 mesas de seguridad para la construcción de paz y las 266 mesas regionales, que realizan su trabajo de intercomunicación como un ejercicio de consulta estratégica, equilibrio y supervisión mutua entre ámbitos gubernamentales.

Así, en una mesa estatal se reúnen la fiscalía, el secretario de seguridad, el gobernador, autoridades federales, la Secretaría de la Defensa Nacional, Marina, Guardia Nacional, Centro Nacional de Inteligencia, Fiscalía General de la República y un secretario técnico representante de la coordinadora del gabinete de seguridad nacional. Su principal método es la escucha diaria y su fundamento es la generación de confianza mediante acuerdos de estrategias conjuntas, pues sin ellos no sería posible la operación coordinada entre lo local y lo federal.

Otra ventaja de este sistema es que posibilita la supervisión entre los distintos ámbitos de gobierno e instituciones involucradas, ya que si alguna de las autoridades impide el trabajo de coordinación tendrá que sortear la mirada del resto de sus compañeros en las mesas de trabajo y a su vez esto mismo aplica para cada una de las autoridades.

Persistencia

Otro eje es la persistencia para resolver pequeños asuntos todos los días: resolver diario un problema local y un problema federal o uno conjunto traza el camino hacia los grandes desafíos. No se cree que haya fórmulas mágicas ni atajos. Es, entonces, una aproximación procesal tener siempre puesta la idea de la eficacia en el proceso, pues atender a la gente y sus necesidades mediante la constante operación del gobierno es lo que permite el avance.

En consonancia con esto, cada día a las 6:00 horas el presidente recibe un informe de lo ocurrido en todos los estados de la república, con miras a atender problemas cotidianos, al igual que en el resto de las mesas de paz locales, lo que a la larga articula grandes soluciones nacionales.

Territorialidad

También se considera primordial, como tercer eje, partir del reconocimiento de que el Estado mexicano tiene una presencia desigual en el territorio. Hay espacios con más Estado, donde se concentran sus capacidades, y otros históricamente olvidados y dejados en manos de otros actores, entre quienes se encuentran no sólo el crimen, sino también caciques locales, grandes empresarios que toman liderazgo, formas de autogobierno, como las comunidades zapatistas que tuvieron su propio desarrollo autonómico, o comunidades que han decidido hacer justicia por propia mano.

Esta nueva política de seguridad tiene como asidero la tierra y se basa en la idea de que el Estado debe tener una presencia mínima en todo el territorio nacional. Por ello se han instalado los cuarteles de la Guardia Nacional, para garantizar la presencia de un número mínimo de elementos en cada estado y en cada región del país.

Y otro punto relacionado con el territorio es tener conciencia de que la política tiene que formularse de abajo para arriba. Esto podría sonar a un formulismo de izquierda, pero aquí resulta un importante elemento estratégico, pues surgen dificultades si no se conoce la historia de una comunidad, no se sabe por qué cierta región tiene una policía comunitaria, o una autodefensa, o un órgano de gobierno de usos y costumbres, etcétera. Conocer el territorio y tener la sensibilidad para determinar qué tipo de despliegue del Estado, en términos del aparato de seguridad, es óptimo, tiene un gran valor estratégico. Los gobiernos del pueblo reconocen ese valor estratégico del conocimiento de sus sociedades, sus territorios y sus particularidades. Si llega la petición de atender un problema en alguno de los territorios, se realiza un análisis y se van creando e impulsando políticas a partir de ese conocimiento sociohistórico, desarrollado a ras de suelo.

Promoción del servicio y atención a la gente

Recordemos que el corazón de la política de seguridad de la 4T es atender las causas de la violencia. Por ello, el cuarto gran eje es tener un gobierno desde el cual se responda con soluciones, poniendo atención a las particularidades de las personas y las comunidades.

En otra visión de gobierno, el gestionar una beca o poner una luminaria, por ejemplo, no se consideraban parte de la política de seguridad. Ahora se promueve el tener gente en la administración pública que conteste y que hable con una actitud de servicio.
Con la actual estrategia de seguridad se ha logrado revertir la tendencia al alza del homicidio, se han reducido la incidencia delictiva del fuero federal, el robo de combustible, el secuestro y el robo de vehículos; se ha logrado mejorar la percepción de seguridad en las principales urbes, en colonias y en municipios; y se ha reducido la prevalencia delictiva.

En lo institucional se logró la creación de la Guardia Nacional, el establecimiento de las mesas de paz, la existencia de la Comisión para la Atención del Delito de Homicidio Doloso (Conaho) y la implementación de un nuevo modelo de policía y justicia cívica.
Ahora la atención está puesta en aumentar las capacidades operativas a nivel federal, estatal y local; en instalar capacidades de investigación y superar rezagos en identificación forense; mejorar el respaldo a la Guardia Nacional, fortalecer y renovar la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana; mantener los apoyos sociales a las y los jóvenes y crear nuevos programas focalizados; continuar con el esquema de coordinación de los tres órdenes de gobierno desde las mesas de paz; fortalecer el Sistema Nacional de Información y mejorar aún más la prevención de las adicciones y las violencias.

La actual visión que guía la estrategia de seguridad es la construcción diaria de paz mediante el diálogo, la confianza, la persistencia, el conocimiento de cada región y la atención de las necesidades, en lo que se tienen muchos logros que ampliar y retos que afrontar.

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