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La mañanera: plaza pública y escudo del proceso transformador

La mañanera es incluso pedagógica, al otorgar la posibilidad de modificar la racionalidad neoliberal.

La conferencia

El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó al quinto año de su gobierno con 76 por ciento de aprobación ciudadana.[1] Un distintivo del mandatario es su modelo de comunicación con las conferencias matutinas, que ya superan mil emisiones y son aprobadas por 68 por ciento de mexicanos.[2]

Se trata de una comunicación política inédita. En 2023 ningún presidente del mundo se coloca diario frente a periodistas para comunicar, informar sobre su gobierno, hacer comparecer al gabinete y responder preguntas a periodistas sobre cualquier tema.

A diferencia del ámbito global, para los capitalinos una conferencia matutina diaria del gobernante no es novedad. El antecedente de la mañanera lo trazó el propio López Obrador como jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, cuando comenzó a dar conferencias a las 6:00 de la mañana. José Agustín Ortiz Pinchetti relata la disposición del entonces mandatario local para responder cuestionamientos, además de la libertad de los reporteros: “le podían preguntar cualquier cosa, y aunque a veces negaba respuestas, nunca rehuyó a un tema toral […], hablaba de los temas de la capital más agudos, y opinaba sobre cuestiones nacionales”.[3] Al final el gobernante capitalino acumuló mil 377 conferencias en las que los periodistas realizaron cerca de 40 mil preguntas.[4] En aquellas conferencias, creadas el 5 de diciembre de 2000, está el origen de la actual mañanera. El formato no modificó el fondo: comunicar todos los días de manera directa a la población.

¿Qué causa el modelo de comunicación política implementado por el presidente de la República, López Obrador? y ¿Qué función tiene la conferencia presidencial matutina en el marco de un cambio de régimen político?

Los medios

La cobertura tendenciosa que hacen los medios de comunicación de ciertos asuntos incide en la opinión pública —me refiero a los medios de comunicación como instrumentos con los que sociedades masivamente se informan y gracias a los cuales las personas se enteran de acontecimientos políticos, sociales, culturales o económicos de ámbito local, nacional e internacional, en formatos de índole impresa, radial, audiovisual y digital desde el trabajo periodístico—.

Por ello, revisar la propiedad de los medios y el oficio informativo ayuda a comprender cómo opera el conglomerado en la cotidianeidad, y posibilita dilucidar la influencia del llamado cuarto poder en la formación y ejercicio cotidiano del poder público.

Grandes propietarios de medios informativos dominantes han diversificado sus actividades empresariales. El inconveniente es que la información que ofrecen a su audiencia está sesgada por intereses políticos y económicos, de tal forma que los medios corporativos impulsan propaganda que responde a intereses y no a principios periodísticos como el interés general, el derecho a la información, la libertad de prensa y de expresión, o sencillamente reflejar el ánimo popular.

¿A quién pertenecen los medios de comunicación en México? Según Media Ownership Monitor México 2018, en el país once familias controlan 24 de los 42 medios más influyentes y con mayor audiencia, lo que significa que la mayoría de los contenidos que consume la población emana de élites ligadas al poder político del siglo pasado. Familias que dominan seis de ocho televisoras, seis de 11 radiodifusoras, seis de 13 sitios online y seis de diez periódicos impresos. Estos grupos tienen actividades empresariales en los medios y también en rubros como construcción, minería, casinos o servicios financieros. Su amplia presencia mediática se vincula estrechamente a los negocios hechos con gobiernos a través de licitaciones o contratos. En el siguiente cuadro vemos los grupos que concentran la pluralidad informativa en el país y, por ende, afectan la independencia, democracia, opinión pública y derechos de audiencias:

El fenómeno

En el trabajo El linchamiento gráfico de Francisco I. Madero, Rafael Barajas El Fisgón documenta la campaña de descrédito emprendida contra el presidente que desafió a Porfirio Díaz y quien precisamente garantizó libertad de imprenta y expresión como nunca la tuvieron antes los periodistas. Pero dibujantes y escritores desprestigiaron a Madero, retratándolo como agresivo, loco, poco hombre, violento e incapaz, a pesar de que fue dirigente de un movimiento revolucionario que triunfó.

Los diarios que lo descalificaban estaban ligados al viejo régimen y a empresarios contrarrevolucionarios. La campaña concluyó con el asesinato del presidente y su vicepresidente, José María Pino Suárez.[5]

Barajas reflexiona sobre la libertad que tuvo la prensa gracias a Madero y lo que el gremio hizo con ella, un periodismo que estaba en realidad acostumbrado más al subsidio que al ejercicio libre del periodismo. López Obrador no es Madero, pero ambos personajes tienen en común ser objetivo de un proceso mediático que busca modificar negativamente sus imágenes como políticos populares.

Madero emanó de una revolución popular que significaba cambio. Algo similar a lo sucedido en 2018 con el triunfo electoral del pueblo, entendido como bloque social marginado que cobró conciencia y se trasformó en actor político para dar victoria al proyecto postulado por el tabasqueño,[6] un hecho que simbolizó también el inicio de una época de cambios a favor de las mayorías.

El arribo de López Obrador y su programa político implicaron sorpresa para grupos habituados al ejercicio del poder cuando el gobierno les fue arrebatado y el orden político se alteró con la participación popular en la vida pública, pues las viejas élites, siguiendo a Jacques Rancière,[7] mediante la supuesta representación democrática sólo se repartían demográficamente el poder consensuado entre ellas para afianzar su dominación.

En ambos casos la responsabilidad periodística —como creadora de contenido— y de los medios —como fuente informativa— representan un elemento destacado por su papel en la construcción de la opinión pública a partir de la manipulación, que puede ser favorable o adversa para la clase política, según intereses. Estos son elementos que parece tener claro el presidente, pues durante una de sus conferencias dijo: “Yo hablo aquí, porque yo sé la importancia que tiene la fuerza de la opinión pública en una democracia”.[8]

¿Si México transita por un cambio de régimen significa que las descalificaciones al mandatario y a la cuarta transformación tienen un objetivo antidemocrático? Sí, atestiguamos una resistencia a través del sistema mediático, como le sucedió a Madero o a los líderes latinoamericanos de izquierda en años recientes.

La oposición a una transformación progresista se manifiesta con elementos jurídicos, políticos y mediáticos, que en conjunto constituyen golpes al Estado y al gobierno en turno. Arantxa Tirado, en El Lawfare: Golpes de Estado en nombre de la ley, para detallar golpes blandos en América Latina, evidencia que los gobiernos de izquierda encaran adversidades excepcionales derivadas de intereses públicos y  privados. Lawfare —o guerra jurídica— significa una serie de mecanismos judiciales, económicos y mediáticos que neutralizan o desprestigian al político progresista, de tal modo que, luego de su descrédito público, se posibilite el retorno de gobiernos de derecha en donde previamente se había votado por un cambio de régimen, todo ello sin el uso de la violencia y superando los clásicos golpes de Estado, que empleaban fuerza militar. Ahora, por un lado está el sistema judicial y por otro el mediático, “el objetivo final es que los pueblos acaben aceptando políticas de regreso o profundización del neoliberalismo”.[9]

La alternativa mediática

La mañanera surgió para evadir al viciado periodismo nacional, sustentado en transferencias de recursos a cambio del manejo positivo de imagen de los mandatarios, una codependencia perniciosa para la democracia, la libertad de expresión o la prensa y el derecho a la información.

El presidente evitó deliberadamente ser sometido por los intereses de dueños y operadores de medios tradicionales gracias a que cuenta con su propia plataforma de comunicación.

Aun así, el trato mediático negativo al presidente, su partido y el proyecto que impulsa existe y resulta de la oposición de grupos de interés —con capacidad económica y relaciones políticas dentro y fuera del Estado— que se resisten al cambio político en curso. La exposición mediática adversa, no obstante, no es exclusiva del tabasqueño, sino un fenómeno internacional que enfrentan gobiernos progresistas que proponen agendas diferentes al régimen hegemónico derrotado en urnas o a aquellos que propugnan por manejar al Estado con una política económica posneoliberal.

De ahí que la mañanera sea una alternativa informativa contrahegemónica que da balance y pluralidad en opiniones, contiene la estigmatización, la desinformación, las campañas peyorativas y desmiente noticias falsas, informa a la población e incide en la agenda desde canales públicos y redes sociales, sin necesitar de forma imprescindible de medios de comunicación tradicionales, quienes por tendencia internacional se inclinan a publicar una visión conservadora o promover el retorno al régimen anterior, en contra de proyectos que impulsen cambios legales, políticos y económicos profundos a favor de las mayorías.

La mañanera modificó la política al equilibrar las fuentes informativas del país. Pero su función principal es ser una defensa eficiente para movimientos populares emancipadores, un escudo ante resistencias que utilizan medios para influir en la percepción social de lo político con infodemia o mentiras. La mañanera emerge como plaza pública donde voluntariamente acuden ciudadanos para informarse sobre el país y directamente de la voz del presidente.

Las conferencias que el hoy mandatario federal creó en el 2000 se convirtieron 18 años después en la alternativa mediática para la causa democrática que inició en la década de 1980 con un movimiento que enfrentaba, además del poder gubernamental, el poderío del sistema mediático operativo en el marco de la opinión pública y el sentido común.

Pero las complejidades hoy son mayores para el Estado, afirma Bob Jessop, pues diferentes agentes de poder han dado paso a una nueva forma de Estado y a prácticas de estatalidad que solían pasar desapercibidas para la política de izquierda clásica.[10] Por ello es sobresaliente la plataforma de comunicación presidencial como esquema alterno al sistema preponderante de información, sin dicha conferencia y ante la sistemática propaganda antidemocrática seguramente habría sido ya desacreditado con éxito el mandatario y el proyecto de transformación desde un proceso intenso de desprestigio mediatizado.

Quedaría descartada la posibilidad de un gobierno más para el movimiento de regeneración nacional.

La mañanera es incluso pedagógica, al otorgar la posibilidad de modificar la racionalidad neoliberal que describe Wendy Brown en El pueblo sin atributos[11] y al proyectar principios progresistas y humanistas propios del estado de bienestar.

Es una compensación frente a los principales canales y formas de comunicación dominantes en nuestra sociedad. La democratizante mañanera es diálogo con el soberano y un canal que desmitifica la figura presidencial de líder imperial; es, pues, un acierto político y una de las grandes rupturas de la cuarta transformación con el viejo régimen.


[1] Enkoll, casa de encuestas. En línea: https://www.enkoll.com/wp-content/uploads/2023/09/AMLOMETRO-QUINTO-INFORME-DE-GOBIERNO-010923.pdf

[2] Poligrama, casa de encuestas. En línea: https://www.poligrama.mx/

[3] Ortiz Pinchetti, J. A. (2018) AMLO: con los pies en la tierra. México. Harper Collins. (p. 82)

[4] Curzio, L., Gutiérrez, A. (2020). El presidente las filias y fobias que definirán el futuro del país. Penguin Rrandom House Grupo Editorial. México. (p. 82).

[5] Barajas, Durán R.  (2019). El linchamiento grafico de Francisco I. Madero. México. Fondo de Cultura Económica

[6] Dussel, E. (2006). 20 tesis de política. Siglo XXI. México. (pp. 91–92).

[7] Rancière, Jacques (2006) El Odio a la democracia. España. Amorroutu.

[8] López Obrador, A. M. (06 septiembre 2022). Conferencia de prensa matutina, desde Palacio Nacional. En línea: https://www.youtube.com/watch?v=rjNxpyWDQ-Q

[9] Tirado, A. (2021). El Lawfare. Golpes de Estado en nombre de la ley. México. Ediciones Akal

[10] Jessop, B. (2017) El estado: pasado, presente, futuro. Madrid. Los libros de la Catarata.

[11] Brown, W. (2016). El pueblo sin atributos la secreta revolución del neoliberalismo. Traducción Altamirano, V. Ed. Malpaso.

Herman, E. y Chomsky, N. (2002). Manufacturing Consent. New York: Pantheon Books.

Monedero, J. (2019). “Selectividad estratégica del Estado y el cambio de ciclo en América Latina”. En Estados en disputa auge y fractura del ciclo de impugnación al neoliberalismo en América Latina. Hernán Ouviña y Mabel Thwaites Rey (Comps.). Buenos Aires. El Colectivo. (pp. 338-376).

Guerrero, P. (2011). “El periodismo mexicano en la frontera de los siglos XIX y XX”. En Periodismo en México. Recuentos e interpretaciones. Carmen Avilés, Manuel Hernández y Julio Horta (eds.). México. Porrúa. (pp. 305–335).

Sánchez R. (2011). “El impacto del surgimiento de las oficinas de comunicación social en el periodismo mexicano”. En Periodismo en México. Recuentos e interpretaciones. Carmen Avilés, Manuel Hernández y Julio Horta (eds.). México. Porrúa. (pp. 211–220).

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