El sentido común es una facultad que tenemos todos para hacer juicios sobre asuntos cotidianos basados en nuestra experiencia. Es producido por la gente que participa en la vida de las comunidades, en las democracia plebeyas, es decir, las que surgen de los siempre excluidos de la política. Si reconocemos esa igualdad para pensar lo político y lo público, entonces creemos en la democracia como una forma de auto-gobierno en la que el pueblo tiene el saber necesario para decidir su futuro.
Surgimos como un espacio que busca redefinir los límites de lo que hoy cuenta como conocimiento de lo público y lo político, es decir, de la vida en común y de nuestros conflictos. En este espacio no concordamos con aquellos que durante décadas monopolizaron la razón y el conocimiento como dominio absoluto de un puñado de “expertos” que teníamos que seguir porque eran “los que sabían”. “No hay una clase intelectual: hay intelectuales en todas las clases”, decía Antonio Gramsci, y así lo creemos. Sea este un espacio abierto a todos quienes sientan la curiosidad por entender
y examinar nuestra realidad pública desde cualquier posición social.
La palabra “sentido”, casualmente, tiene muchos sentidos. Por un lado, nos remite tanto a aquello que se siente como a lo que se piensa, a lo que las palabras significan y a la intención con la que se hablan. Y también evoca la idea de la dirección en una senda. Nuestro rumbo es la justicia del otro, la que distingue entre derechos de todos y privilegios de unos cuantos; entre el no retorno en lo ganado y lo mucho que hay todavía por recorrer.
Vivimos un momento de cambio de régimen político, social y cultural, que nos está reconfigurando tanto la vida colectiva como la individual. Queremos registrar y valorar la novedad de estas mudanzas. Nuestro sentido es la conciencia de este camino y de cómo andarlo entre iguales.