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De lo que se trata

Cuando pensamos en humanistas mexicanos, vienen a la memoria los nombres de Francisco Xavier Clavijero, Manuel Fabri, Xavier Alegre, y Andrés Cavo que, en el siglo XVIII describieron una patria independiente cuando todavía era una colonia española. Documentaron el valor de las culturas prehispánicas, con rescates tan conmovedores como las “exhortaciones” que los mexicas les hacían a sus hijos e hijas, o la riqueza de sus lenguas, teatro, y alimentación. Clavijero, por ejemplo, al escribir sobre el carácter de los pueblos originarios, lo sintetiza en: “La generosidad y el desprendimiento de toda mira personal”.

Han pasado tres siglos de esas reflexiones. Hoy, el debate sobre el “humanismo mexicano” vuelve para rescatar el ambiente ético que debe guiar a la política: los pobres ya no son desechables, como lo planteó la necropolítica del neoliberalismo, sino sujetos de derechos; la supuesta felicidad del consumo privado se impugna desde el sentido de una comunidad responsable de la enorme desigualdad; el poder debe orientarse por las virtudes públicas, es decir, el ideal de que la política y los políticos hagan justicia. Un humanismo donde todos seamos sujetos, no instrumentos.

Desde Sentido Común hemos convocado a distintos ensayistas para contribuir a este necesario debate sobre el ambiente moral que debe encauzar a la política. Lo hemos dividido en tres partes. La primera la iluminan nuestros consejeros editoriales, Adrián Velazquez Ramírez y Pedro Miguel, pero también Alejandro Jiménez Padilla del Centro Nacional de Identificación Humana, Antonio Martínez, secretario de cultura de Tlaxcala, y Sergio Silva Castañeda, doctor en Historia por Harvard, sobre el humanismo como solidaridad social, contra la corrupción, en favor de la justicia,  como derecho a la cultura, y como cimiento de una política exterior. En el segundo, los pensadores Diana Fuentes, y Federico Mastrogiovanni nos hablan desde la perspectiva de  Marx y la libertad como falibilidad, y desde la idea del “Nada humano me es ajeno”, esa máxima que nos viene de la Grecia de 300 años antes de nuestra era, que será retomada por Terencio, Séneca, Cicerón, Petrarca y Boccacio en una larga historia de ocuparse de escuchar y entender al otro. Finalmente, en la tercera parte, llegamos a ponerle las luces del humanismo a la 4T de la mano de la historiadora Cristina Gómez Álvarez, Beatriz Aldaco, directora del Instituto Sonorense de cultura,  y Jorge Iván, de la Université de París-Saclay y Notre Dame University.

Con estas luces, los dejamos leer.

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