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De lo que se trata

Cuando decimos “años luz” nos referimos a una distancia y a un tiempo inhumanos, que sólo el cosmos puede contener. Pero, cuando hablamos de la soberanía sobre la energía, todo se vuelve demasiado humano. Una parte del conflicto en Ucrania, la aparición de la “pobreza energética” en Europa, sobre todo en España, así como el cambio climático, tienen que ver, en rigor, con una disputa por quién y cómo se producen las energías que mantienen al mundo humano en movimiento.

Este número doble cero de Sentido Común aparece en medio de esta urgencia. México decidirá en breve sobre la reforma eléctrica que mantendrá o no la soberanía nacional sobre un porcentaje mayoritario del mercado, terminará o no con el saqueo de las sociedades de autoabasto, y resolverá o no nacionalizar el mineral estratégico para la transición energética, el litio.

Mostramos una imagen de esta mudanza de lo general a lo particular, primero, viendo lo que puede ocurrir si las energías sólo son bienes de las empresas privadas extranjeras, pasando por tres intervenciones en el Parlamento Abierto que organizó el Congreso de la Unión para discutir el tema, y hacia adelante, cuando se abra la mayor planta de energía solar en América Latina, en Sonora, y se cuente con el litio para almacenar la electricidad para el transporte.

Años luz es lo que esperamos que nos distancie del presente privatizador tras la aprobación de la reforma energética: el inicio de una mudanza a energías menos contaminantes para el planeta, de la mano del agua y el sol.

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