revista

De eso se trata

“La paz no es la ausencia de conflictos. Es la creación de un ambiente donde todos puedan florecer sin importar su color, credo, género, clase, casta o cualquiera de los diferenciadores que la sociedad se impone. La religión, la etnia, el idioma, las prácticas sociales y culturales son elementos que enriquecen la civilización humana y se suman a la riqueza de nuestra diversidad. ¿Por qué debería permitirse que se conviertan en causa de división y violencia? Degradamos nuestra humanidad común al permitir que eso suceda”. Estas palabras del luchador de la no-violencia contra el Apartheid, Nelson Mandela, ubican el territorio desde el que hablamos en este número: no se trata de pensar “la seguridad”, sino la paz, no como algo que se obtiene con una decisión de fuerza, sino como un proceso nunca acabado, siempre deseado, de precisar y hacer públicos nuestros conflictos. De hacer política y no guerra.

Nuestro país ha vivido tantas décadas en una mentalidad de guerra que, al tratar de pensar en la pacificación, se cree que es permitir la violencia. Desde la intolerancia hacia la política de izquierda con Gustavo Díaz Ordaz que calificó a los estudiantes como “extranjerizantes” hasta la guerra de Felipe Calderón que tachó a los pobres como crimen organizado, nos hemos habituado a hablar del asesinato y desaparición de una parte de los mexicanos para que la otra pueda subsistir. También, de que eliminar al otro nos hace mejores.

Hemos traído reflexiones sobre las policías, el éxito de la actual administración de la Ciudad de México al reducir sustancialmente los índices delictivos, hasta la discusión sobre si la autonomía de las fiscalías es eficaz para la paz o ha generado conflictos que siguen resolviéndose en un ámbito extralegal. El investigador del CIDE y autor de Cien años de espías y drogas: La historia de los agentes antinarcóticos de Estados Unidos en México, Carlos A. Pérez Ricart, escribe sobre la desmilitarización y el control de armas desde la complejidad que implica un modelo de seguridad y paz frente a un crimen organizado militarizado. Camilo Vicente, reconocido historiador y estudioso de la historia de desapariciones forzadas en nuestro país, nos estremece con relatos de las detenciones-desapariciones y el retorno de quienes, a pesar de haber tenido la fortuna de volver, les arrebataron parte de sus vidas. Oswaldo Zavala, periodista y autor de La guerra en las palabras: Una historia intelectual del “narco” en México (1975-2020) y Los cárteles no existen, advierte de la complicidad de los medios de comunicación en la construcción de la narconarrativa. Ernesto Ledesma, uno de los periodistas más reconocidos en México, plantea cuestionamientos complejos sobre la lealtad y el futuro de las fuerzas armadas post Andrés Manuel López Obrador. La subsecretaria de Desarrollo Institucional de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Marcela Figueroa nos detalla qué hay detrás de la estrategia de seguridad en la CDMX con la que se ha logrado disminuir los delitos de alto impacto como ninguna otra entidad federativa en México. Y, antes de cerrar, Federico Anaya hace un breve recuento de la historia de las fiscalías y nos invita a cuestionar si la autonomía de éstas en realidad ayuda a la pacificación y procuración de justicia o más bien la entorpece.

En este número queremos pensar la paz como un proceso que implica no sólo cambios institucionales en la procuración de justicia, sino en las condiciones de desigualdad de millones de mexicanos. La paz es fruto de la justicia. Los invitamos a eso, a pensar lo que todo proceso de pacificación implica y que no es tan ruín como cuántos muertos se necesitan para que los demás vivan, como se nos ha repetido durante décadas. Es pensar en nuestros conflictos y desigualdades para que no se expresen de maneras violentas.

Compartir:
Cerrar