Nos regresó el país

Plaza de la Constitución S/N

Para ti mi viejo querido.

Andrés Manuel López obrador

Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos

Era una fiesta común y corriente, de lo más normal que pueda haber, un par de amigos reunidos en un pequeño apartamento en la ciudad de Berlín en Alemania. Eran los años posteriores al así llamado inicio de siglo en una agradable tarde de verano. Corría la comida, el alcohol y las pláticas entre amigos. Recuerdo perfectamente esa tarde, en especial aquella plática con una amiga de mi esposa que sin dudar me preguntó:

-Tú eres de México, ¿no es así? ¡He escuchado que tu país tiene muchísimo petróleo! – A lo que contesté afirmativamente. Ella prosiguió: -Si tienen tanto petróleo, ¿por qué México tiene tantos pobres? -.

Una pregunta sencilla y contundente que en ese momento no supe responder. Me quedé sin palabras, sin una respuesta a una pregunta que a todas luces pareciese obvia. ¿Cómo podía decirle que, hasta ahora, solo habíamos tenido gobiernos que veían solo por sus intereses y los de una minoría rapaz? La verdad es que en ese momento me dio mucha pena no poder justificar lo injustificable a plena luz.

Pasaron los años, gobiernos corruptos siguieron en el poder, vi como convertían a mi país en un campo de batalla, en un cementerio, un ególatra borracho llevaría a la ruina lo poco que quedaba de mi País. Siguieron pasando los años y un hombre no se rendía, su nombre era Andrés Manuel López Obrador, su meta, rescatar a nuestro país de las manos de esa minoría corrupta, de ese puñado que se repartía el país, mientras que la gente empobrecía moral y económicamente. Nos habían arrebatado toda esperanza, todo orgullo, nos habían arrebatado a México.

Llegaban así nuevamente las elecciones del 2018, y con ellas nuevamente sonaba aquel ya conocido nombre, incansable, pujante: Andrés Manuel. Las cosas a mi vista habrían cambiado muy poco, la desesperanza era grande, pero todavía se respiraba un sueño, creo que era un sueño compartido por muchos, el sueño de un verdadero cambio, el sueño de una verdadera democracia. El pueblo ya no aguantaba más devaluaciones, más atracos y asesinatos. Y mi mente se posó en aquel hombre de habla lenta, de 10 personas, de 100, de cien mil personas; en el hombre tachado como “un peligro para México,” el hombre que decían «quería el poder a toda costa», mi mente se centró en el hombre que parecía imitar a ese personaje larguirucho y medio loco de tanto leer que combatía a gigantes en molinos de viento y defendía a doncellas prostitutas.

Así ese 2018, por primera vez, decidí confiar mi voto al movimiento que encabezaría él, la así llamada Cuarta Transformación, y sus ideales de no mentir, no robar y no traicionar. Sin saber, esa sería, hasta el día de hoy, unas de las mejores decisiones que he tomado en vivida. Aquel 2018, esperé impaciente mi paquete electoral, había llegado a casa y encontrado una nota de Servicios Globales de Transporte de Logística (UPS, por sus siglas en inglés), tenía que recogerlo lejos de casa, pero valdría la pena ir por él. Ya en casa, por la mañana, —recuerdo bien ese momento— di mi voto por MORENA, el destino estaba sellado.

Regresé el paquete vía postal a México, y días después, sería testigo de algo sin precedentes, Andrés Manuel López obrador, había ganado las elecciones presidenciales 2018. ¡La locura estalló!

–¡No nos falles! –  Le gritaban. La gente lloraba, cantaba, bailaba, era una locura. Y me pregunté, ¿será la misma decepción que vivimos con la llegada de aquel presidente que prometió el cambio y no hizo absolutamente nada? ¿Volvería a caer desmoralizado? Pasaron los primeros días, iniciaron las conferencias de prensa, y el milagro se presentó, comenzaron a realizarse sus propuestas, una a una, las becas, ayuda para adultos mayores, cancelar la obra faraónica del Aeropuerto de Texcoco, la construcción del AIFA, el Tren maya, el tren Interoceánico, la reforma educativa, la refinería de dos bocas, y un día hasta nos regresó un pedacito de lo robado, otra refinería en Texas. La esperanza se convertía lentamente en una realidad. Los medios que veían sus privilegios volar volcaron su odio hacia él, y luego, para colmo de males, llegó un enemigo inesperado, una poderosa pandemia azotó el mundo.

Las cosas no se veían bien, Trump amenazaba con terminar el Tratado de Libre Comercio. No había respiradores, las cosas se pintaban realmente muy, pero muy mal para todos. Pero en ese momento surgió el liderazgo y la bondad de Andrés Manuel, quien, con sagacidad y dominio de la situación, logró pasar esos obstáculos con firmeza de timón, no dio pie a dudas, y continuó su labor. Así, un día cayó enfermo, la preocupación creció, pero al fin se recuperó, nunca flaqueó. Hace unos días, al ver uno de sus recorridos, vi ya su paso lento, se nota el cansancio, pero su persistencia, su coraje, su garra por luchar por nosotros lo engrandece, y a mí me llena de orgullo, mis ojos se llenan de lágrimas.

Andrés Manuel nos ha regresado el orgullo, nos deja un regalo para todos los mexicanos, un regalo que debemos cuidar, un regalo que le agradeceremos eternamente. Nos ha regresado nuevamente nuestro país, nos regresó nuevamente nuestro amor propio, nos regaló el amor por el prójimo, por la gente que menos tiene, por la gente que lo necesita, el amor por nuestros hijos, por nuestra familia, por nuestros abuelos. El amor por nuestros cielos, por nuestros mares, por nuestros sueños, el amor por México. Andrés Manuel tiene razón. Él no necesita de estatuas ni calles y avenidas, su legado lo llevaremos todos los mexicanos en el corazón, hablaremos del presidente que nos regresó lo que nos habían robado. Hablaremos de que vivimos en la época de un hombre con ideales, con sueños, con amor a México, contaremos de milagros, de cambios, hablaremos a nuestros nietos de aquel presidente que hablaba lento y caminaba con el pueblo, su pueblo. Y hasta aquellos que no comulgaron con sus ideas, tendrán la dicha de haber sido agraciados, recibiendo también un regalo, el regalo del respeto a sus ideas, a su forma de pensar en un país donde cabemos todos, ricos y pobres, blancos y morenos, de pueblos originarios, todos bajo la bandera de México.

Hace poco volví a ver a esa amiga que, durante muchos años, con su cuestionar me había dejado sin palabras. Esta vez ella me dijo:

-¡Cuéntame más de tu gran presidente! ¡Cuénteme más de López Obrador! ¡Cuéntame de tus sueños hechos realidad!

Para Andrés Manuel López Obrador

Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos

Con todo mi amor, agradecimiento y respeto.

Tu pueblo que tanto te quiere.

Hugo Salgado Peña.

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